En los últimos años ha habido un gran incremento en el entendimiento de lo que es la mente subconsciente. Se habla mucho de que es alrededor del 90% de toda nuestra mente, y se hace la analogía de que es como un iceberg, siento la mente consciente la punta y todo lo demás el subconsciente. También, se habla acerca del sistema de creencias, que son las ideas programadas en el subconsciente, y cómo este sistema rige toda nuestra vida si no lo cambiamos conscientemente en la vida adulta.
Y por último, cuando se habla del subconsciente casi siempre se habla del cambio de creencias o la reprogramación subconsciente. Todo esto es muy útil para entender nuestro funcionamiento como individuos, pero otra parte fundamental de este funcionamiento viene del impacto que nuestro entorno tiene sobre nosotros. Este impacto puede ser muy sutil, ya que no viene tanto de las experiencias personales que hemos vivido, sino de las experiencias colectivas que conforman al subconsciente colectivo.
El subconsciente colectivo, también conocido como el inconsciente colectivo –ya que ambos hacen referencia a partes de la mente colectiva que determinan nuestro comportamiento pero de las que no solemos ser conscientes– fue inicialmente planteado por Carl Jung, considerado el padre del psicoanálisis. Él se dio cuenta de que hay ciertas tendencias en determinados grupos de personas, quienes no tenían que haber vivido una experiencia para desarrollar una creencia correspondiente con dicha experiencia (como quienes crecen en escasez económica y generan creencias negativas sobre el dinero), sino que por el mero hecho de ser seres humanos con ciertas características, adoptaban sin darse cuenta ciertos comportamientos.
En su estudio del comportamiento humano, identificó dos cuestiones sumamente importantes para comprender nuestra naturaleza como seres energéticos que están interconectados unos con los otros, pero de las que no se habla tanto como se hace del subconsciente individual. Estas cuestiones son el subconsciente colectivo, y los arquetipos. El subconsciente colectivo es literalmente una especie de “nube informática” o una mente conformada por todos los miembros de una misma especie, en la cual está toda la información de todo el aprendizaje adquirido por dicha especie. Antes de saltar a conclusiones de esto son “delirios de la nueva era”, escucha este caso científico en donde se demuestra la existencia de una mente colectiva.
Hay un fenómeno conocido como el efecto del centésimo mono, estudiando el comportamiento de los monos en una isla en el año 1975. A estos monos se les alimentaba con papas que estaban sucias con tierra, lo cual hacía que las rechazaran o se las comieran de mal humor. Pasado cierto tiempo, a una integrante de la comunidad de monos se le ocurrió la brillante idea de lavar la papa en el mar. Al darse cuenta de que su idea era efectiva para deshacerse de la indeseada arena, comenzó a enseñarla a su comunidad, actuando siempre en busca del bien común.
Más adelante, cuando ya habían muchos monos del mismo clan que eran maestros en la técnica de lavar papas en el mar, los científicos observaron algo que les llamó mucho la atención: los monos de otros clanes y otras localidades, de un momento a otro, simplemente sabían que debían lavar las papas en el mar si querían disfrutar de ellas sin la arena. Nadie tuvo que enseñarles a hacerlo como sucedió con el primer clan que desarrolló esta habilidad: de un momento a otro, es como si todos los integrantes de la misma especie hubieran recibido una clase de actualización de su sistema operativo, y adquirieran este conocimiento.
El nombre efecto del centésimo mono viene de la teoría que surgió de este experimento: cuando un número específico de integrantes de la misma especie, al cual se le denominó como la masa crítica, desarrollan cierta habilidad o aprenden algo en específico, esta información pasa a formar parte del subconsciente colectivo y está disponible para que cualquier persona –en las circunstancias apropiadas– pueda aprender con mayor facilidad, inclusive solo saber de la nada, este conocimiento que ahora es propiedad del dominio público. Hay otro caso científico que demuestra esto que te voy a compartir, ya que es un tema muy importante y mientras más ejemplos y pruebas tengamos, más fácil nos va a ser creerlo y entenderlo.
Otro fenómeno que esclarece la existencia de una mente colectiva es la teoría del descubrimiento múltiple. Descubrimientos e invenciones muy relevantes, tales como el del teléfono o la teoría de la evolución, fueron ideas o realizaciones que le sucedieron al mismo tiempo a personas en distintas partes del mundo. Elisha Gray, un ingeniero estadounidense, presentó una patente para su invento –el teléfono– exactamente el mismo día que Alexander Graham Bell. Arthur Russel Wallace, biólogo británico, comprendió la forma en la que la naturaleza evoluciona al mismo tiempo que Charles Darwin. Todo esto es información del dominio público que a muchos les parece irrelevante, pero que al verla desde la óptica que propone la existencia de una mente colectiva, todo cambia.
Lo que proponen autores de renombre en el estudio de la espiritualidad y la conciencia humana, tales como el Dr. David Hawkins, es que los pensamientos que todas las personas tenemos no son en su totalidad de autoría propia –es decir, que nosotros no somos los autores de nuestros pensamientos–. Sino que, más bien, son pensamientos que corresponden a aquellos que existen en el subconsciente colectivo, y que los “descargamos” con base en nuestra vibración. Recuerdo haber leído una frase que no puedo citar con exactitud ya que no recuerdo exactamente cómo va, pero dice algo así como: si todas las personas en una habitación dijeran lo que están pensando, les daría risa lo poco originales que son. Esto hace referencia a que un grupo de personas que coinciden, suelen tener pensamientos similares.
Justamente, estos grupos o segmentos de personas que coinciden por su vibración y que tienen pensamientos similares, es a lo que se les conoce como arquetipos. Un arquetipo no es más que la imagen genérica que se tiene acerca de una clase de persona. Por ejemplo, está el arquetipo del sabio. Cuando pensamos en la cualidad que es la sabiduría, probablemente se nos venga en mente la imagen de un hombre de la tercera edad, con una barba larga, etc. Esta imagen es la que se ha usado por años para ilustrar cómo se ve la sabiduría puesto que colectivamente, tendemos a asumir que con la vejez y los años de experiencia viene la sabiduría. Otro arquetipo popular es el del héroe: una persona fuerte y valiente que llega a salvar a los más necesitados.
El subconsciente colectivo y los arquetipos van muy de la mano y su entendimiento es indispensable en la comprensión de la naturaleza humana. Hagamos de cuenta que el subconsciente colectivo es la nube informática de información de la humanidad, y los arquetipos son como las carpetas o las subdivisiones en las que se divide toda la información de la nube. Cada persona, en dependencia de su vibración personal, va a tener acceso a distintos segmentos del subconsciente colectivo. Por ejemplo: una persona que tiene un muy mal concepto de sí misma y tiene pensamientos de auto-odio o desvalorización, no tendría acceso a la información –o los pensamientos– en la carpeta de quien se identifica con el héroe, ya que no cree tener las cualidades propias de un héroe.
Todas las cualidades y limitaciones que percibimos en nosotros van muy de la mano con los arquetipos con los que nos identificamos. Aunque no seamos conscientes de ello, hay cosas que no nos creemos capaces de lograr ya que socialmente se piensa que aquel arquetipo con el que nos identificamos, no puede realizar ese logro en específico. Por ejemplo: hace algunos años se consideraba que habían cosas que las mujeres no podían hacer, como tener un puesto gerencial en una e. También, se consideraba que un hombre no podría llevar una familia exitosamente por sí mismo, sino que él solo tenía el rol de proveer los recursos materiales, mientras que toda la parte emocional y de la crianza recaía sobre el arquetipo de la mujer.
Debido a esto, a las creencias y concepciones del colectivo acerca de una persona que cuente con ciertas especificaciones –como el ser un hombre o una mujer–, adoptamos y “descargamos” la información que hay en el subconsciente colectivo y nos identificamos fuertemente con ella aunque no sintamos ser así. Otro ejemplo muy claro es el de las personas homosexuales: hace años –e incluso hoy día, aunque ya menos– se asumía que una persona homosexual era muy promiscua, e incluso propensa a la pedofilia y más creencias denigrantes. Por eso, hay millones de personas que les cuesta trabajo asumir y aceptar su orientación sexual: al no identificarse con estas creencias colectivas, prefieren negar y reprimir partes suyas antes de identificarse con las ideas del colectivo.
O por otro lado, que vemos también que es un fenómeno que ahora está sucediendo con mayor intensidad que nunca, se busca crear nuevos arquetipos a partir de creencias más positivas. Por ejemplo, están las personas que han dejado de identificarse como hombres o mujeres. Al crear nuevos arquetipos con menos limitaciones, al mismo tiempo en el que se trabaja por cambiar las creencias acerca de los arquetipos preexistentes, se está aportando algo positivo a toda la humanidad. En la medida en la que trabajamos por mejorarnos a nosotros mismos, las creencias de lo que puede lograr una persona con cualidades similares a las nuestras, que se identifique consciente o subconscientemente con arquetipos similares a los nuestros, van a ir mejorando y así habrá información más positiva en el subconsciente colectivo.
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