La MEDITACIÓN, su IMPORTANCIA y CÓMO MEDITAR


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La MEDITACIÓN, su IMPORTANCIA y CÓMO MEDITAR

La meditación es una técnica ancestral para silenciar a la mente y conectar con nuestro Ser interior, y es reconocida mundialmente, tanto por la comunidad espiritual como por la científica, por sus increíbles beneficios tanto para el cuerpo como para la mente. Está comprobado que, al meditar, nuestro cuerpo produce: endorfinas (responsable de la felicidad), melatonina (responsable del sueño) y, lo más importante: serotonina, la responsable de tu estado de ánimo. En la publicación de “Las emociones como energía y cómo dejarlas ir” explico cómo el estado de ánimo, con el tiempo, pasa a ser parte de nuestra personalidad. En pocas palabras: meditar puede cambiar y mejorar nuestra personalidad (y con ello nuestra vida).

Conforme vamos meditando, conscientes de nuestra respiración, nuestro cuerpo empieza a desintoxicarse. Esto pasa ya que las personas, en una respiración “promedio” o automática, tan solo ocupamos el 50% de nuestra capacidad pulmonar. Una vez que empezamos a suministrarle más oxígeno a nuestro cuerpo, éste empieza a oxigenar mejor nuestra sangre, logrando una desintoxicación gradual de todo el cuerpo. Igualmente, comienza a acostumbrarse a este nuevo suministro de oxígeno, por lo que a lo largo del día, en cualquier momento, vamos a sentir la necesidad de respirar profunda y conscientemente. Cuando respiramos de esta manera, logramos integrar completamente nuestro complejo cuerpo-mente-espíritu, por lo que nos conectamos con el momento presente y ponemos un alto a los pensamientos negativos/compulsivos.

También, se sabe que la meditación reduce los niveles de estrés, ansiedad, nerviosismo, depresión… parece ser que la meditación es lo mejor que podemos hacer para mejorar nuestra calidad de vida. Pero a todo esto, ¿cómo se medita? Usualmente, se suele decir que solo debes ponerte en una posición cómoda; preferentemente sentado, ya que debes estar lo suficientemente cómodo/a para poder relajarte profundamente, pero sin dormirte. Una vez que encontraste la posición adecuada para ti, puedes empezar a enfocarte en tu respiración. Para la respiración, únicamente debes inhalar profundamente, y exhalar al mismo ritmo lento y constante. Hasta ahorita todo parece sencillo, son solo tareas con el cuerpo, pero lo interesante empieza una vez que pasamos al plano de la mente.

En mi experiencia, NO DEBEMOS empezar a aprender a meditar con el único propósito de “callar nuestros pensamientos”. ¡Llevamos toda una vida pensándolos! Y muchos de nosotros no recibimos en nuestra formación, técnicas para lograr silenciar a la mente. Es muy retador volver la meditación un hábito cuando esta idea es lo único que tenemos en mente. Puede incluso hacernos sentir frustración. Hay muchas personas que comparten que intentaron incorporar la meditación a su vida, pero tras algunos intentos, al ver que no lograban dejar de pensar cosas (y teniendo como único propósito, precisamente, el dejar de pensar) lo dejaron y ya no volvieron a darle una oportunidad. Personalmente, comencé a hacerlo utilizando una perspectiva diferente.

Te comparto la manera en la que yo pude, poco a poco, lograr meditar de una manera gratificante (y sí, callar mis pensamientos): para empezar, el primer acercamiento a la meditación debe ser (en mi opinión) con el propósito de recuperar el control de nuestro cuerpo. Algunos de nosotros, a lo largo de nuestra vida, perdemos esta conexión profunda con el cuerpo, lo cual también significa perder la conexión con nuestras emociones, lo cual puede hacer que no sepamos gestionarlas (volvernos muy reactivos o muy pasivos), se queden atrapadas y nos causen muchos problemas. El simple hecho de tener la capacidad de hacer que tu cuerpo se siente y no haga más que respirar, es una gran victoria y un hecho muy fuerte en tu vida, ya que literal le estás diciendo a tu cuerpo: aquí mando yo.

Más aún, cuando vivimos en una época en la que siempre hay mil cosas qué hacer: ver una serie, ocupar las redes sociales, jugar algún videojuego, platicar con nuestros amigos. Decirlo es muy fácil, pero realmente tener la capacidad de gobernarte al punto de ser capaz de inmovilizar conscientemente tu cuerpo, cerrar los ojos y solo concentrarte en respirar ya es un gran logro. Tras esto, podemos decir que ya nos beneficiamos de una de las tantas bondades de la meditación: la fuerza de voluntad. Considero importante reconocer cada logro en el camino para perfeccionar la meditación, ya que empezar es un reto. No hay un tiempo mínimo ni máximo para meditar, sin embargo, empezar con dos sesiones, una despertando y una antes de dormir, de alrededor de 5 minutos cada una, es algo muy bueno. Son tan solo diez minutos al día, es una inversión muy buena.

Al poco tiempo de haber realizado estas meditaciones cortas constantemente, podrás empezar a notar que tienes un mayor control sobre tu cuerpo. Yo solía ser sumamente nervioso, con muchos tics y muchos comportamientos propios del trastorno obsesivo-compulsivo. En cuanto comencé a meditar diario, noté una enorme diferencia en estos comportamientos, sintiéndome más en control a lo largo del día, lo cual también afecta de manera positiva el control sobre las emociones. Antes de meditar, era muy reactivo, y no pensaba antes de reaccionar ante las cosas que me pasaban. Más o menos después del primer mes, empecé a notar cómo cuando pasaba algo que me molestara, en lugar de actuar en cuanto se presentara la emoción, ya era capaz de entender qué estaba pasando en el cuerpo y actuar de manera tranquila.

Posteriormente, conforme logremos estar más tiempo en estado meditativo, podemos adentrarnos en el control de los pensamientos. Lo que usualmente pasa, es que llega un pensamiento a la mente y empezamos a “desmenuzarlo” o a deshilarlo y a planear cosas o imaginar escenarios. Algo que se aprende con la meditación es justamente a no profundizar en el pensamiento. De que va a llegar, va a llegar. Lo importante es no aferrarnos a él; no quitar nuestro enfoque de la respiración y pasarlo a la imaginación. Esta habilidad logra desarrollarse contando nuestras respiraciones. Así la mente está enfocada en lo único que debemos hacer mientras meditamos: respirar. Cuando llegamos a este punto de poder controlar, aunque sea un poco, los pensamientos, los beneficios en el día a día son cada vez más notorios.

Todos los días pensamos millones de cosas. Es precisamente esto lo que impide que estemos en el momento presente, conectados con nuestro cuerpo y con el lugar en el que estamos. Al practicar la técnica de silenciar a la mente, vamos poco a poco encontrándonos en diversos momentos del día sin pensamientos. Literal: estamos en un estado de tranquilidad, conectados con lo que está sucediendo en este momento, aceptándolo e incluso disfrutándolo. Igualmente, se vuelven más y más continuos los momentos en los que nos podemos dar cuenta que nos estamos perdiendo en el pensamiento. Esto se vuelve evidente porque ya conectamos mejor con nuestro cuerpo y éste nos dice por medio de nerviosismo o ansiedad, que estamos pensando de más. Con ello, nos volvemos capaces de regresar a la realidad por medio de las mismas respiraciones rítmicas y profundas que practicamos durante la meditación.

Es ahora cuando las cosas empiezan a volverse más “mágicas”. No debemos ser expertos en la meditación para poder lograr llegar al punto en el que somos conscientes de que estamos divagando en nuestros pensamientos y volver a la realidad. Todos tenemos ritmos distintos, pero un hábito tarda alrededor de 3 semanas en programarse en la mente subconsciente, y una vez que logramos programarnos respiraciones conscientes, comenzamos a vivir más intensamente en la realidad; en el ahora. En el momento presente no hay negatividad. Toda negatividad viene de la resistencia a lo que la vida nos está presentando a cada instante, y el pensamiento obsesivo simplemente acentúa esta negatividad. Pero cuando nos volvemos capaces de controlar estos pensamientos obsesivos, entonces la negatividad en nuestra vida desaparece.

Cuando nos comprometemos con la meditación y logramos incorporarla a nuestra rutina, algo increíble sucede: nos volvemos más capaces de manifestar nuestros pensamientos en la realidad. Al meditar y deshacernos de los pensamientos innecesarios, entonces nos deshacemos de la negatividad. Cuando esto pasa, nuestra frecuencia se eleva. Una frecuencia elevada significa un campo energético más poderoso; éste vibra más rápido y atrae con mayor velocidad aquellas cosas que vibran en nuestra misma frecuencia. Todos los pensamientos que tenemos son energía, y si pensamos en un sinfín de cosas, entonces no logramos enfocar nuestra energía en lograr algo en específico. Simplemente parecen sucedernos cosas aleatorias, las cuales son atraídas por el subconsciente cuando no vivimos en el presente.

Mientras más tiempo pasa nuestra mente sin pensamientos, más energía acumula, de manera que cuando pensamos conscientemente en algo que realmente queremos, tenemos mucho más poder para lograr materializarlo en la realidad. En la medida en la que recuperamos el control de nuestra herramienta más poderosa –nuestra mente– también recuperamos el control de nuestra vida. Empezamos a atraer aquello que en verdad deseamos. Dejamos los pensamientos negativos, los cuales solo nos desgastan energéticamente, atraen a nosotros cosas indeseadas, y solo nos hacen perder nuestro valioso tiempo. Meditar transforma completamente nuestra vida, y espero haberte convencido de que te des la oportunidad de incorporar algo tan increíble en tu vida. No te vas a arrepentir.

Te invito a ver el video que hice respecto a este tema en YouTube (https://youtu.be/ix6_38WjNG0) y a seguir la cuenta de Instagram @mente.empoderada (https://www.instagram.com/mente.empoderada/) en donde diariamente publicaré afirmaciones positivas y ejercicios de visualización para ayudarte a cambiar tus creencias negativas. Gracias por tomarte el tiempo de leer. Recuerda que la felicidad es una decisión; decide ser feliz hoy. Nos vemos la próxima semana.

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