Espiritualidad 101: LAS RELACIONES

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Espiritualidad 101: las relaciones

Uno de los propósitos de la espiritualidad es ayudar en el cambio de la perspectiva dualista que se tiene la mayor parte de la vida, en donde todo tiene polaridades opuestas; es decir, bueno y malo; luz y oscuridad; calor y frío; y se busca adquirir una perspectiva unificada en donde las cosas no se vean como opuestos, sino como un todo. La maldad no es lo opuesto a la bondad, es la ausencia de ésta. La oscuridad es la ausencia de luz. El frío es la ausencia de calor. Entender esto es necesario para poder darnos cuenta de que las cosas no tienen un opuesto, sino que todo es parte de una sola unidad.

El “yo personal/ego” no es lo opuesto a un “nosotros”; es la ausencia éstos por la falta de  reconocimiento acerca de la unicidad. Uno de los mayores retos con los que nos presentamos durante la vida humana, es poder trascender la errada percepción de separación entre las personas, y llegar al entendimiento de que todo y todos estamos conectados y, en esencia, somos uno mismo. Antes de nacer, nuestra conciencia, que es la parte eterna de nosotros, a la cual también se le conoce como “mente” o “alma” no está experimentando la separación; es energía potencial en estado puro unida con La Fuente Creadora.

De hecho, los bebés, hasta determinada edad, no pueden diferenciar entre lo que les pasa a los demás y lo que les pasa a ellos: es por esto que pueden ver a otro bebé llorar, por ejemplo, y también comenzar a llorar. No perciben diferencia alguna entre el dolor/la tristeza ajena, y la propia. Esto es así porque nuestra verdadera naturaleza es de profunda conexión con todas las personas; no obstante, conforme vamos creciendo y nos damos cuenta de que habitamos un cuerpo separado de los demás, llegamos a generar la falsa creencia de que, efectivamente, somos un yo separado e individual, con la capacidad de desconectarse del mundo.

Las relaciones con los demás nos hablan claramente acerca de la relación que tenemos con nosotros mismos, pero desde la perspectiva de dualidad no somos capaces de entenderlo, pues vemos a la gente y a nosotros mismos como entes separados y sin conexión alguna, cuando la realidad es lo opuesto. La primer enseñanza espiritual al respecto nos dice que solo podemos experimentar aquello que está en nuestra mente: si solo vemos lo malo en las personas, muy probablemente tengamos una fijación para enfocarnos en lo negativo, en lugar de hacer un esfuerzo por ver lo positivo.

El mejor reflejo de nuestro subconsciente lo podemos observar en nuestras relaciones. Toda conciencia/alma/mente tiene una tendencia innata hacia la armonía y la plenitud, que son las características que recordamos que teníamos antes de encarnar en un cuerpo humano, y que por distintas situaciones de la vida, llegamos a pensar que ya no tenemos: cuando creemos que falta algo dentro de nosotros mismos, comenzamos inmediatamente a buscarlo en el mundo externo; a esto se le llama proyección. Carl Jung, figura clave del psicoanálisis, dijo que Hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el subconsciente seguirá dirigiendo tu vida, y tú lo llamaras destino.

Con esto quiso decir que las personas tenemos una tendencia natural a proyectar sobre nuestras relaciones aquello que está en nuestro subconsciente. Por ejemplo: si de pequeños nos gustaba mucho expresarnos artísticamente, pero el ambiente en el que estábamos no nos lo permitía, pudimos haber reprimido esta cualidad nuestra para ser aceptados. Más adelante, podríamos tener una fijación por gente artística, o por el otro lado, criticar a quienes expresan su creatividad por medio del arte, ya que es algo que nosotros subconscientemente quisiéramos hacer, pero por un condicionamiento adquirido, hemos reprimido.

Muchos ejemplos se pueden dar de prácticamente todos los escenarios de la conducta humana; para conocernos a nosotros mismos con mayor profundidad, basta con que analicemos con humildad cómo es nuestra percepción de la gente que nos rodea. Siempre, en toda relación, podemos encontrar cosas de nosotros mismos que creíamos que estaban perdidas, pero que en realidad siempre las hemos tenido dentro. Otra enseñanza espiritual, que tiene un fundamento científico, dice que todos, a nivel subatómico, nos encontramos entrelazados. La ciencia a esto le llama el entrelazamiento cuántico.

Se ha demostrado que toda partícula que haya interactuado con otra, quedan “entrelazadas” a nivel subatómico, y sin importar el tiempo ni la distancia que separe dicha interacción, siempre que le pasa algo a una de éstas, la otra se ve afectada. Tomando de referencia la teoría del Big Bang, todo en un inicio era un solo punto de energía infinita que se manifestó como el universo que conocemos. Luego entonces, al haber estado todo y todos lo existente en algún momento siendo parte de un mismo punto de energía potencial, todos estamos conectados a nivel subatómico. Lo que le pasa a uno, le afecta a todos.

El mayor problema de vivir con la perspectiva de dualidad que muchos tenemos gran parte de nuestra vida, es que creamos una división imaginaria entre los demás y nosotros, y ahí comienza una pelea de “la supervivencia del más fuerte”, en donde podemos percibir a los demás como potenciales contrincantes contra los que estamos peleando, cuando en realidad todos formamos parte de una sola unidad, y no existe tal cosa como un ganador y un perdedor: si a una persona le va bien o le va mal, absolutamente todos nos vemos beneficiados o perjudicados. No hay forma de separarnos de nuestra conexión con todos.

También, la percepción de separación nos lleva a buscar únicamente nuestra felicidad, pudiendo olvidar en momentos que todas las personas compartimos dos cualidades únicas: queremos ser felices y evitar el sufrimiento. Dejar de ver a las personas como seres con quienes no tenemos nada en común, y comenzar a enfocarnos en el hecho innegable de que todos somos muy parecidos y estamos en una experiencia humana por la misma razón: la expansión de nuestra conciencia, hace que dejemos de lado lo que percibimos como diferencias que nos alejan, y que nos enfoquemos en las similitudes que nos unen.

La verdad es que, como lo han demostrado distintos estudios, nuestra felicidad a largo plazo está en dependencia de la calidad de nuestras relaciones con los demás. Tenemos que dejar de vernos como personas separadas luchando por su supervivencia, y comenzar a vernos como parte de un todo en donde debemos procurar el bienestar de quienes nos rodean. Termino este video con una de las mejores frases espirituales al respecto: la mejor forma de ser infeliz, es buscando la felicidad propia; la mejor forma de ser feliz, es buscando la felicidad de los demás.


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