Espiritualidad 101: LA MUERTE

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Espiritualidad 101: la muerte

 

Uno de los propósitos de la espiritualidad es ayudar en el cambio de la perspectiva dualista que se tiene la mayor parte de la vida, en donde todo tiene polaridades opuestas; es decir, bueno y malo; luz y oscuridad; calor y frío; y se busca adquirir una perspectiva unificada en donde las cosas no se vean como opuestos, sino como un todo. La maldad no es lo opuesto a la bondad, es la ausencia de ésta. La oscuridad es la ausencia de luz. El frío es la ausencia de calor. Entender esto es necesario para poder darnos cuenta de que las cosas no tienen un opuesto, sino que todo es parte de una sola unidad.

 

La muerte no es lo opuesto a la vida: es la ausencia de esta. La muerte es algo que causa emociones muy diferentes en cada persona: hay a quienes les aterra, a quienes les genera motivación para darlo todo de sí mismos, a quienes les incomoda tanto que prefieren no pensar en ello, y a quienes les da motivos de celebrar, tal como a algunas culturas orientales, quienes ven a la muerte como la liberación del espíritu que finalmente abandona el cuerpo, y regresa a su hogar. Independientemente de la opinión de cada quien, es un hecho que la muerte es algo que sigue siendo un tabú, viéndose como algo terrible de lo que es mejor ni siquiera hablar.

 

La primer enseñanza espiritual que me parece relevante es la que nos esclarece que las personas no podemos experimentar nuestra propia muerte: no hay nada que temer, pues no vamos a sentir nada. Todas las personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte declaran que, repentinamente, se encontraban fuera de su cuerpo, observándolo como un objeto inanimado. Pensar en morir suele venir con el miedo del sufrimiento, pero este miedo puede verse apaciguado al escuchar a quienes ya han cruzado la línea entre la vida y la muerte y lograron regresar: todos comentan que no sintieron nada en absoluto.

 

Y esto es así porque lo que muere es el cuerpo, no el espíritu. Vivir pensando que somos el cuerpo que habitamos no es más que falta de conocimiento, pues hay suficientes pruebas como para validar la teoría que nos explica que, al morir, además de no sentir dolor, nos encontramos a nosotros mismos siendo la persona que siempre hemos sido, pero con una gran diferencia: nos encontramos –finalmente– libres de todo dolor, sufrimiento, culpa, y malestar. Además, se habla acerca de llegar a un lugar donde solo hay paz y armonía.

 

Ahora bien, no se trata de glorificar a la muerte: no deja de ser algo muy lamentable, que deja a todas las personas que nos quedamos aquí con mucho dolor y tristeza. A pesar de que sabemos que todos moriremos algún día, sigue siendo algo sumamente sensible, lo cual es normal: temerle a lo desconocido es natural para muchas personas. Aún así, existe mucha negatividad alrededor de la muerte porque la percepción dualista nos hace creer que es lo opuesto a la vida, y que cuando alguien muere, entonces su vida ha terminado.

 

Esto no es así. La muerte sigue siendo vida, pero en su mínima expresión. Que haya muerte no quiere decir que ya no haya vida: todo ser que muere simplemente abandona su cuerpo y sigue con su camino evolutivo: en realidad, no podemos morir. No obstante, podemos llegar a sentirnos peor de lo que podríamos sentirnos al experimentar la muerte de un ser querido por ver las cosas desde una postura dualista, donde no entendemos que la muerte no termina con la vida de alguien, sino que solo transforma esa vida a algo que ahora no podemos percibir.

 

Todo en la naturaleza y en la vida son ciclos, y la muerte no es más que el cierre de un ciclo, con lo cual, siempre llega el inicio de otro. Algo que puede causar mucho dolor acerca de la muerte es verla como el último ciclo que está cerrando aquella persona que falleció, cuando la verdad es que con su muerte, comienza un ciclo nuevo y sigue en su camino evolutivo. Nuestro espíritu es infinito, y nunca va a dejar de iniciar y terminar ciclos, pues su naturaleza es precisamente la de estar renovándose constantemente.

 

Otra enseñanza espiritual acerca de la muerte nos enseña que, si analizamos profundamente el miedo que se puede llegar a sentir por morir, podremos darnos cuenta que en realidad le tenemos miedo a perder nuestro sentido del Yo: aquella persona que creemos que somos, en donde todo lo que hay en este vida, como nuestras relaciones, nuestras posesiones, nuestros logros y nuestras creencias, no es más que una idea que tenemos acerca de nosotros, con la cual nos formamos una personalidad que nos ayuda a enfrentar el día a día.

 

Sin embargo, en el camino espiritual se aprende que absolutamente todo lo que creemos que somos, no es más que una serie de conceptos aprendidos en esta vida. Con el paso del tiempo, vamos adoptando formas de ser con las que pretendemos protegernos de aquellas cosas que nos han hecho daño en el pasado, y el miedo a la muerte viene de la incertidumbre que genera el perder todas las defensas que hemos levantado alrededor nuestro, con el fin de que nada ni nadie pueda hacernos daño.

 

Los seres iluminados que han logrado trascender el miedo explican que la única muerte que se puede experimentar es la muerte del Sentido del Yo: en otras palabras, lo único que va muriendo son las identificaciones que tenemos con nuestro pasado, con nuestra historia, con nuestras vivencias, hasta que finalmente entendemos que no somos nada de eso, sino que somos un espíritu infinito, que nunca vamos a morir, y que siempre seguiremos creciendo y evolucionando.

 

Y precisamente por esto es que debemos valorar y aprovechar nuestra vida humana, pues aquí se nos presenta la invaluable oportunidad de entender nuestra naturaleza espiritual, y con ello seremos capaces de purificar todas las acciones negativas que hemos cometido en el pasado, para así garantizar que aquello que nos esté esperando cuando dejemos este cuerpo y esta vida, sea un lugar en donde ya no tengamos que experimentar el sufrimiento que viene de tenerle miedo a la muerte.

 

La única forma de cambiar la perspectiva dualista de la muerte –y con ello perderle el miedo– es aceptando sin reparos el hecho de que no somos un cuerpo: somos un espíritu. El espíritu nunca muere: lo único que hace es abandonar el cuerpo que habita, e irse a otro lugar a continuar con su camino evolutivo. Si dejamos de pensar en el dolor que la muerte nos causa, y nos enfocamos un poco más en la gran aventura que está por comenzar el espíritu de aquella persona que murió, podemos encontrar tranquilidad y bienestar.

 

La última enseñanza espiritual acerca de la dualidad, nos dice que ahí afuera no hay un mundo que nos pueda generar ninguna emoción: todas se generan dentro de nosotros. Toda la negatividad acerca de la muerte se genera dentro de nosotros, y es por eso que tenemos la capacidad de cambiarla, al asignarle un significado más constructivo. La muerte es una ilusión; lo único que hay en el universo es vida. Con este video, termina esta pequeña serie de razonamientos para cambiar la perspectiva dualista.

 

 

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