CÓMO SER FELIZ (4/4)

Muchos consideran que el propósito de la vida humana es ser felices, y si bien yo me inclino hacia la filosofía que propone que el objetivo de la vida humana es la evolución del espíritu, aprender a ser felices es parte de la evolución espiritual. Es muy probable que a todos nos hayan preguntado “¿qué te hace feliz?” y desde estas inocentes preguntas podemos darnos cuenta de un grave error que cometemos como sociedad. Este es, asignarle nuestra felicidad a las cosas del mundo externo. A la pregunta “¿qué te hace feliz?” yo hubiera respondido: hacer ejercicio, leer, escribir, escuchar música. Pero ahora me doy cuenta que esas cosas me hacen sentir bien, pero no tienen la capacidad de hacerme verdaderamente feliz.


Estamos acostumbrados a ver la felicidad como cualquier otra emoción; que es pasajera, y que está sujeta a las condiciones externas. Analizando todas las cosas que según yo me hacían feliz, me doy cuenta de que no son verdaderas causas de felicidad, debido a que si así fuera, mientras más las haga, más feliz me sentiría. Y ese no es el caso; cuando hago más ejercicio del que el cuerpo tolera, se comienza a sentir fatigado y sin energía. Cuando leo más de lo que puedo o quiero, comienzan a doler los ojos y la cabeza. Cuando escribo más de lo que tengo ganas de escribir, me siento frustrado y forzado a hacer las cosas. No estoy diciendo que esté mal hacerlas; si son buenos hábitos que me hacen sentir bien, entonces me permito hacerlos.


Sin embargo, todas las cosas que disfrutamos se vuelven un obstáculo en nuestro camino hacia la felicidad, cuando pensamos que son esas cosas las que nos hacen felices. En las primeras partes de esta serie de publicaciones ya lo he dicho: nada en el mundo externo tiene la capacidad de hacernos sentir de ninguna forma. Hacer ejercicio per se no me hace sentir bien, lo que me hace sentir bien son las sensaciones que hacer ejercicio me genera, como la liberación de estrés y la generación de endorfinas. Todas estas respuestas del cuerpo que me hacen sentir bien son pasajeras y temporales, puesto que no estoy todo el tiempo produciendo endorfinas y liberándome del estrés (bueno fuera).


Con este ejemplo podemos hablar acerca de cómo la felicidad es algo que se genera dentro nuestro, y no afuera. Afuera pueden estar pasando muchas cosas, pero es la forma en la que yo lo percibo que me hace feliz o infeliz. En algún momento, hacer ejercicio me hacía muy desgraciado porque me cansaba, porque prefería quedarme acostado viendo alguna serie o caricatura, o porque al día siguiente amanecía adolorido. Cuando yo me enfocaba únicamente en estas cosas, que eran la parte “negativa” de hacer ejercicio, entonces ejercitarme no era una causa de bienestar, sino todo lo contrario. ¿Cómo es que algo que en algún momento me hacía sufrir, ahora puede hacer que me sienta tan bien, al punto que llegué a atribuirle mi felicidad?


Perspectiva: el secreto de la felicidad


Lo que pasó no fue que las condiciones externas hayan cambiado; no hice alguna otra clase de ejercicio, ni compré ropa nueva para ejercitarme, ni nada por el estilo. Lo que sucedió fue que dejé de enfocarme en aquello que me desagradaba, para poner mi atención en lo bueno que venía de la situación. En la vida todo es así: a cualquier situación que se nos presente, sin importar su naturaleza, le podemos encontrar cosas positivas y cosas negativas. Claro que hay cosas a las que nos cuesta mucho trabajo encontrarle lo bueno, pero como dice el dicho, “no hay mal que por bien no venga”. Y no estoy aconsejando buscar la felicidad en las circunstancias, sino desarrollar una mentalidad que encuentre lo bueno en cualquier escenario.


Algo que es un hecho innegable es que no tenemos el control sobre lo que pasa fuera de nosotros mismos: podemos pensar que seremos felices cuando tengamos el trabajo de nuestros sueños, o cuando una persona con la que convivimos mucho cambie, o cuando nos mudemos a otro país. Pero ninguna de esas cosas pueden garantizarnos felicidad si no estamos acostumbrados a buscar lo positivo en todo. Siempre la vida se presenta a sí misma de una forma completamente neutra: nada de lo que percibimos es o blanco o negro. Todo viene en un punto medio de estos dos polos, y depende de nosotros el decidir si nos vamos a quedar con lo que nos desagrada, o vamos a crear causas de felicidad en lo que sea que estemos viviendo.


La felicidad no viene de afuera: no hay peor engaño que el que asegura lo contrario. Podemos pensar que si las cosas salen justo como lo deseamos, nuestra felicidad estará garantizada. Pero eventualmente las circunstancias van a cambiar: absolutamente todo cambia. Y al crecer en un sistema que nos hace creer que la felicidad está en un mundo tan cambiante, adoptamos incondicionalmente la creencia de que la felicidad es igual. Efímera, momentánea, que solo se encuentra en algunos momentos. La única y verdadera causa de felicidad es una mente capaz de analizar toda situación desde una perspectiva de neutralidad, y después asignándole un significado positivo.


Un reto de todos los días


Obviamente, comenzar a cambiar la forma de reaccionar ante las cosas es un verdadero reto. Se nos enseña que la felicidad es algo difícil de conseguir, que hay que luchar por ella, que las cosas si no duelen no sirven, que nuestra vida debe ser un calvario para ser merecedores de felicidad cuando esta vida termine. Existe una confusión enorme respecto a la felicidad ya que la ponemos como la finalidad y no como el medio. Nos acostumbramos a postergarla, creyendo que es el destino final, cuando la verdad es que la felicidad es el camino hacia cualquiera que sean nuestros deseos. Sin importar qué sea lo que queramos hacer de nuestra vida, la forma de hacerlo es con una mente que puede encontrar felicidad en cualquier circunstancia.


Puede que nuestro ego oponga mucha resistencia a todos estos conceptos ya que se rehúsa a aceptar que ser feliz no es difícil. Ser feliz es tan sencillo que nos negamos a aceptarlo; nos cuesta mucho trabajo reconocer que la felicidad está en un simple cambio de perspectiva. No tenemos que desgastarnos física y emocionalmente, no tenemos que luchar incansablemente por ella, no tenemos que comprarla con nuestra sangre, sudor y lágrimas. Hay un dicho que dice “la mejor forma de ser infeliz es buscando la felicidad propia, y la mejor forma de ser feliz es buscando la felicidad de los demás”. ¿Tú crees que realmente sea tan fácil ser feliz? Dejé este dicho para el final puesto que pienso que es una buena reflexión con la cual quedarnos después de estas cuatro publicaciones acerca de cómo ser felices. 

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