Los BLOQUEOS DE LOS CHAKRAS y CÓMO NOS AFECTAN

En el camino hacia la iluminación y la liberación del renacimiento cíclico –así como de todo sufrimiento– hay varios obstáculos que debemos de superar puesto que éstos nos dan el aprendizaje necesario para nuestra evolución espiritual. Hay miles de obstáculos que se pueden agrupar en siete partes, cada una de éstas corresponde a cada uno de los siete chakras o los centros energéticos a través de los cuales la energía espiritual fluye a nuestro cuerpo y le da vida.


Cada uno de los siete obstáculos son conocidos como los “demonios” de los chakras, y hasta que logramos vencer a estos demonios es que nuestro espíritu va a poder fluir libremente en nuestra vida, llevándonos paso a paso en el camino hacia la iluminación espiritual. Cuando no hemos logrado superar alguno de estos obstáculos, se manifiestan en nuestra vida en forma de escenarios que nos hagan enfrentar aquello que aún no superamos. Basta con poner atención a las situaciones que suelen repetirse en nuestras experiencias para saber qué obstáculo debemos de enfrentar.


Los primeros dos obstáculos son el miedo y la culpa, propios del primer y segundo chakra respectivamente. Cuando vivimos con cualquiera de estos dos demonios en nuestra vida, se dice que estamos viviendo con una conciencia simple o de la tercera dimensión. En este nivel nuestro espíritu solo puede darnos la energía suficiente para enfrentar las cuestiones básicas de supervivencia. Como nos encontramos temerosos constantemente de lo que va a pasar, o nos juzgamos todo el tiempo por todo lo que hacemos y no hacemos, no nos queda energía para nada más que sobrevivir.


La consciencia simple percibe la vida como desagradable y no le encuentra ningún sentido: piensa que las personas no tenemos ningún poder y no podemos hacer más que soportar aquello que el mundo decida para nosotros. El miedo hace que solo nos animemos a hacer lo que aparentemente es lo “más fácil” o lo que va a requerir de nosotros el mínimo esfuerzo; vivir así nos mantiene presos en la zona de confort, en donde no podremos evolucionar espiritualmente puesto que nos quedamos inmóviles, esperando a que la vida pase.


La culpa es igualmente limitante ya que nos somete a estar juzgando nuestras acciones –y las de los demás todo el tiempo–. Si por alguna razón logramos enfrentar nuestros miedos pero ahí sigue la culpa, va a asegurarse de que sintamos remordimientos por haber enfrentado nuestros miedos, lo cual se puede volver un círculo vicioso en el que nos ponemos límites a nosotrxs mismxs, y cuando queremos superarlos, nos sentimos mal por hacerlo. A este patrón de sentirnos inútiles y no hacer las cosas, o hacer las cosas y sentirnos culpables por haberlas hecho y decidir no volver a intentar, se le conoce como el complejo de víctima.


Este complejo es sumamente peligroso porque nos despoja por completo de nuestro poder sobre nuestra vida y nos deja a merced del mundo. Vivir como víctimas de las circunstancias –o de nosotrxs mismxs– detiene por completo todo desarrollo y nos mantiene atados al nivel de conciencia más básico. Es por medio de la confianza tanto en nosotros como en nuestras capacidad, y de la aceptación de nuestra humanidad y la de los demás (lo cual representa aceptar que todxs cometemos errores), que podemos dejar de lado el miedo y la culpa, y evolucionar de la consciencia simple a la auto-conciencia.


Una vez que ya hay suficiente energía espiritual fluyendo en nuestro cuerpo para desarrollar la auto-conciencia, nos damos cuenta de que en realidad, para todo lo que nos pasa, podemos decidir de qué forma reaccionar. En cuanto somos conscientes de que no necesariamente debemos reaccionar a partir de nuestro instinto de supervivencia y podemos elegir cómo reaccionar, adquirimos uno de los aprendizajes más importantes de la vida humana. Es así que nos encontramos listos para enfrentar a los demonios de la vergüenza, el odio y la falta de integridad, propios del 3er, 4to y 5to chakra respectivamente.


¿Cuántos de nosotros no hemos evitado hacer algo que realmente queríamos hacer por vergüenza? Como su nombre lo indica, con la auto-conciencia viene con una noción de nuestros defectos y virtudes, y si no logramos perder la vergüenza respecto a los defectos, entonces nunca vamos a poder desarrollar las virtudes al máximo de su potencial. Si no superamos este obstáculo, es muy fácil que lo que hagamos nos genere vergüenza, después culpa, y esto hace que regresemos a la conciencia simple. El reto del camino espiritual es que si no nos esforzamos al máximo por superar todos sus obstáculos, corremos el riesgo de regresar a donde estábamos antes.


La vergüenza se puede superar dejando de identificarnos con los defectos que tenemos, lo cual se vuelve más fácil cuando hemos superado la culpa y aceptado la naturaleza imperfecta de la humanidad. En lugar de eso, buscamos identificarnos no solo con nuestras virtudes, sino con nuestro potencial: toda persona tiene el potencial de volverse un ser iluminado –el más elevado de todos los seres–. ¿Por qué deberíamos sentir vergüenza de nuestro estado actual, si estamos en un camino evolutivo? Estamos aquí para mejorarnos y trabajar en nosotros; sentir vergüenza es negar esta realidad.


Pero si somos pacientes y perseverantes, pronto nos encontraremos enfrentando al demonio del cuarto chakra: el odio. También se considera que el dolor por la pérdida es el demonio de este chakra, pero todo dolor no resuelto eventualmente se fermentará y se transformará en resentimiento o en odio, por lo que aquí consideramos al odio como el obstáculo a superar. Cuando ya nos conocemos y nos aceptamos como somos, estamos listos para crear relaciones significativas con los demás, siendo capaces de conocerlos a profundidad y de aceptar a la persona que son.


Este demonio es particularmente retador ya que, en los demonios pasados, estábamos enfrentando nuestra percepción de nosotros, mientras que aquí enfrentamos la percepción negativa que tenemos sobre los demás. No podemos evolucionar espiritualmente aceptando y amando a unos, pero rechazando y odiando a otros. Como el chakra del corazón es el puente que une al mundo interno del Yo con el mundo externo del Universo, superar este obstáculo representa ver a los demás sus virtudes y su potencial para ser seres iluminados, al igual que debemos hacerlo con nosotros mismos para llegar a este punto de nuestra evolución.


Una vez que somos capaces de tener relaciones sanas con los demás, sin discriminar a las personas por sus defectos e identificándolas con sus virtudes y sus potenciales, tenemos que comprometernos a honrar estas relaciones por medio de la integridad. El quinto obstáculo hacia la realización espiritual son las mentiras, los engaños, y todo lo relacionado con no actuar de forma íntegra. No podemos esperar evolucionar espiritualmente si actuamos de forma en la que buscamos manipular, engañar y aprovecharnos de los demás. Este obstáculo se supera con la fuerte determinación de tener una conducta recta y “legal” pase lo que pase.


En cuanto adquirimos todas las cualidades de la auto-conciencia y la conciencia simple, ya somos seres que confían en sus capacidades, que aceptan sus limitaciones y las de lxs demás, que no se avergüenzan de ser quienes son, que viven en equilibrio y armonía con el resto de los seres del planeta y que tienen un fuerte compromiso con la integridad. Todo esto es lo que lleva nuestro espíritu a la conciencia más elevada que podemos alcanzar en un renacimiento humano: la conciencia cósmica. 


El penúltimo obstáculo hacia la realización es el de las ilusiones: uno de los más retadores puesto que para superarlo debemos de reconocer que la forma en la que nuestros sentidos interpretan el mundo está errada. Nuestros cinco sentidos nos muestran un mundo separado de nosotros; crecemos pensando que estamos nosotros, y está el resto del mundo. Esta percepción nos mantiene con una visión dualista de la vida en la que no nos damos cuenta de que todo y todos somos una sola unidad, un solo ente. A esta unidad también se le conoce como la mente, la fuente creadora, o “Dios”.


Superar este obstáculo requiere de mucho trabajo por medio de la contemplación, la meditación, y otras prácticas que nos ayuden a eliminar por completo la percepción dualista de la vida para poder alcanzar la percepción más elevada de todas: la unicidad. Necesitamos superar este obstáculo puesto que solo así tendremos la sabiduría para lograr superar el último de todos en el camino hacia la realización: el apego. Todo apego que tenemos viene de la falsa creencia de que aquello a lo que nos apegamos, nos puede hacer felices.


Esto es un engaño muy peligroso: no solo nos quita nuestro poder de hacernos felices a nosotrxs mismxs, sino que también pone en el mundo –ya sea una persona, un animal o una cosa– la fuente de la felicidad. Caer en esto inmediatamente nos separa de la fuente de la felicidad, porque creemos que está “ahí afuera”, y buscándola es que desperdiciamos vida tras vida, ya que no estamos buscando en el lugar correcto. Si morimos apegados a algo, vamos a renacer una vez más dentro de la rueda de la vida y experimentar el sufrimiento que viene de darnos cuenta de que nada en el mundo externo puede hacernos felices.


Lo único que puede hacernos verdaderamente felices es la realización espiritual. Es la manera en la que nos liberaremos permanentemente de los miedos, los engaños, las confusiones y la ignorancia. Soltar los apegos y rendirnos ante la realidad de la impermanencia es la única forma en la que nuestro espíritu aprende la lección más importante de todas: lo único que es real, lo único que siempre ha sido y siempre va a ser, es el propio espíritu, e invertir nuestra vida humana en desarrollarnos espiritualmente es la mejor inversión que podemos hacer. 

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