Hoy más que nunca es evidente que la evolución humana no solo se ha alentado, sino que parece haberse detenido por completo. De hecho, parece que estamos yendo hacia atrás: la tecnología que hemos desarrollado gracias a las capacidades racionales que la evolución nos dio, ahora es usada para atacarnos unos a los otros. La desigualdad económica –por ejemplo– parece estarse polarizando cada vez más, llevando a la desintegración de la clase media y, con ello, a que las personas vivamos a partir del instinto de supervivencia. La incertidumbre de qué nos espera en el futuro es cada vez más intensa, y es justamente el vivir bajo estas emociones lo que detiene el progreso espiritual por completo.
Ahora es el momento ideal para preguntarnos qué está pasando, cómo es posible que si hemos avanzado tanto en la línea evolutiva que nos separa del reino animal –del que alguna vez fuimos parte– estamos viviendo de esta forma. Se estima que de toda la historia moderna de Homo Sapiens, hemos vivido alrededor del 90% del tiempo en guerra y conflicto. No se necesita ser especialista en la historia de la humanidad para darnos cuenta de que algo está pasando, que ya no estamos evolucionando hacia la dirección correcta. Tenemos mucha tecnología y avances en el campo de la medicina y demás desarrollos, pero se puede asegurar que hoy en día la humanidad es más infeliz de lo que lo ha sido en su historia.
Voy a leer un párrafo de uno de los libros escritos por un erudito budista que trajo a occidente mucha de la sabiduría de oriente: “en los últimos años, nuestro entendimiento y control del mundo externo han aumentado considerablemente, y como resultado, hemos presenciado un notable progreso material. Sin embargo, la felicidad del ser humano no se ha incrementado del mismo modo. Hoy en día no hay menos sufrimientos ni menos infortunios en el mundo, incluso se podría decir que experimentamos más problemas y más infelicidad que nunca. Esto indica que la causa de la felicidad y la solución a nuestros problemas no se encuentran en el conocimiento y control del mundo externo”.
La razón por la cual la evolución del ser humano ya no parece seguir progresando, o al menos progresando hacia la dirección correcta, es porque no estamos desarrollándonos proporcionalmente. Obviamente todo el desarrollo externo tiene su función y es necesario para poder llevar cierta calidad de vida, pero es muy claro que ahí no está la verdadera felicidad. ¿Cuántos de nosotros conocemos personas que lo tienen todo materialmente hablando, y aún así son infelices? El principal obstáculo que ahora enfrentamos es que queremos seguir evolucionando a partir del hemisferio izquierdo: el racional, el lógico y el secuencial; el que nos hizo pasar de Homo Erectus a Homo Sapiens.
Pero este hemisferio no cuenta con las cualidades necesarias para poder ir más allá de la lógica y la razón, y conectarnos con el amor, la empatía, la solidaridad y la espiritualidad. Todo esto son atributos del hemisferio derecho. En su Ted Talk, la neuroanatomista Jill Taylor describe cómo fue para ella tener un derrame cerebral en el hemisferio izquierdo, lo cual apagó por completo este hemisferio. Antes de seguir hablando al respecto, recomiendo ampliamente que vean este video ya que tiene el potencial de cambiarle la vida a quien lo vea. Pondré el link en la descripción de este video. Ella explica la profunda experiencia espiritual que vivió al desconectarse por un momento del hemisferio izquierdo y vivir plenamente a partir del derecho.
El hemisferio derecho nos conecta con el momento presente y con todo lo que hay alrededor nuestro: con las personas, con el espacio, con el flujo de la vida. Cuando estamos conectados a este hemisferio, no existen preocupaciones por el pasado ni por el futuro, porque todo lo que percibimos es el presente. Por otro lado, el hemisferio izquierdo es el hemisferio calculador y detallista. Es el que guarda celosamente toda la información del pasado, y proyecta escenarios futuros que podrían pasar. Este hemisferio nos permite recordar, por ejemplo, que necesitamos pagar la renta. De lo contrario, un día vamos a encontrar a la policía en la puerta de nuestra casa lista para desalojarnos. Ambos hemisferios son necesarios, pero esta es la cuestión problemática.
Los últimos siglos de la humanidad han sido impulsados por la energía masculina. La humanidad está evolucionando desde su tercer centro energético –energía masculina– hacia el cuarto –energía femenina–. En la publicación que tengo acerca de las energías femeninas y masculinas, la cual te invito a leer, explico que esto no necesariamente se refiere a hombres y mujeres, sino a energías. Pues la energía masculina tiene tendencias hacia las cualidades del cerebro izquierdo: es calculadora, se enfoca en la supervivencia del más fuerte sin tener tanta consideración por los demás, y vive a partir de la ley de la causalidad, que piensa que A causa B, y luego B causa C.
Por otro lado, la energía femenina es holística e intuitiva; naturalmente se preocupa por el bienestar de las demás personas. No se enfoca tanto en lo que se ve a simple vista, sino que es capaz de ver el contexto general y de analizar los factores que la energía masculina deja de lado, y así llega a conclusiones más acertadas. Así como los dos hemisferios, las dos energías son necesarias para nuestra evolución. Pero como toda la sociedad moderna fue construida en una etapa energética de la humanidad en donde la energía masculina predominó, ahora hay mucha resistencia a cambiar nuestro modo de vida. Aunque como es evidente, el cambio es inevitable, y la energía femenina se está manifestando para regresar el balance que tanta falta hace.
Tal vez hayan personas que sigan creyendo que energía femenina es igual a mujer y energía masculina es igual a hombre, por lo que no les parecerá muy agradable saber que el siguiente paso evolutivo en la humanidad, viene de la integración de la energía femenina. Las personas que estamos recorriendo un camino espiritual podemos dar fe de esto: conectar con las cualidades espirituales –las que permiten que Homo Sapiens o las personas ordinarias evolucionen a Homo Spiritus o a un ser iluminado– estimula nuestra energía femenina. Nos volvemos en seres más compasivos, menos enfocados en lo que vemos inmediatamente y más capaces de tomar en cuenta los factores del contexto, tales como las tendencias kármicas y la historia de los demás.
De igual manera, la integración de esta energía hace que logremos desarrollar poderes sobrenaturales, tales como la clarividencia o la telepatía. Son precisamente estos fenómenos lo que dejan claro que la evolución del ser humano solo es posible por medio del camino espiritual. A lo largo de nuestra evolución nos hemos enfocado principalmente en poder sobrevivir, en transformar nuestro entorno para tener mayor comodidad, en buscar amasar fortunas solo para nosotros y nuestro pequeño círculo de personas allegadas. Pero nuestros niveles de felicidad no han incrementado.
Ahora, la mayoría de las personas tenemos la buena fortuna de disponer de todas las condiciones externas que pudiéramos llegar a necesitar para comenzar a dejar de lado los deseos de seguir con esta tendencia de solo buscar el propio bienestar, y comenzar a ver por los demás. Cuando nos refugiamos en el camino espiritual, no solo estamos haciendo algo por nosotros, sino también por toda la humanidad. Es en este camino en el que aprendemos a eliminar todas nuestras faltas y a cultivar nuestras virtudes, permitiéndonos así darle al mundo nuestra mejor versión. Es indudable e innegable que el siguiente paso evolutivo en la especie humana es en el camino espiritual, pero esta evolución no se va a dar como hemos evolucionado hasta ahorita, que ha sido buscando exclusivamente sobrevivir.
Este paso evolutivo requiere de nosotros que decidamos vivir una vida mas significativa, en donde renunciemos por completo a las ideas de que somos víctimas, de que no tenemos ningún poder sobre nuestra vida, y de que no hay ningún propósito en especifico de estar aquí. Hasta que deseemos perfeccionarnos tanto por nuestra felicidad como por la de los demás, es que finalmente lograremos dejar la cadena evolutiva basada en la mera supervivencia, y comenzaremos a evolucionar gracias al amor, a la compasión, y a una visión más completa y consciente de la vida.
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