Debido a la cultura popular, muchas personas hemos llegado a creer en algún momento que el karma simplemente es que a alguien le pase algo malo por haber obrado mal en el pasado. Y si bien esto es en parte verdad, el karma no solo abarca las acciones negativas, ni tampoco el karma es algo que experimentamos en momentos específicos de nuestra vida. De hecho, absolutamente todo lo que nos pasa desde que nacemos hasta que morimos, es karma. La familia, el estado de salud, y las condiciones socioeconómicas en la que nacimos son todas la maduración del karma que hemos acumulado a lo largo de todas nuestras vidas pasadas. Es relativamente fácil reconocer la existencia de vidas pasadas cuando analizamos detenidamente por qué la vida de todas las personas es diferente.
A simple vista podríamos decir que es todo producto del azar, pero esto no es más que la forma en la que nuestra ignorancia evita asumir la responsabilidad sobre la propia vida. Si no tuviéramos ningún conocimiento espiritual y alguien nos dijera que cuidemos nuestras acciones en esta vida porque inevitablemente experimentaremos su efecto –ya sea en esta vida o en vidas futuras– tal vez pensaríamos que esa persona está loca. Desde hace miles de años hay millones de personas –principalmente en Oriente– que viven su vida con el conocimiento de vidas pasadas. Pero como en Occidente hay una cultura en donde se nos enseña a solo preocuparnos por esta vida y buscar disfrutar tantos placeres como sea posible, aceptar que lo que hagamos durante esta vida afectará nuestras vidas futuras puede ser retador.
La razón principal por la que muchas personas son infelices es porque no saben o no comprenden la ley del karma o de causa y efecto. Podemos experimentar emociones dolorosas o vivir situaciones desagradables, y caer en el victimismo de decir “por qué me pasan estas cosas a mí si soy una buena persona”. La respuesta a esta pregunta es explicada por la ley del karma. Esta ley nos dice que todas las acciones que obremos: tanto mentales, como verbales y físicas, son la creación de causas, de las cuales más adelante experimentaremos un efecto igual a la intención detrás de nuestras acciones. Por ejemplo: si yo voluntariamente le hice daño a alguien, más adelante viviré una situación que me haga sentir exactamente como yo hice sentir a esa persona.
Pero el karma no solo se queda en lo emocional. A cada instante, momento a momento, todo lo que está pasando dentro nuestro es la maduración del karma que hemos creado en el pasado. Es muy importante notar que el karma funciona tanto en nuestro mundo externo como en el interno. Si tenemos una apariencia física atractiva –basándonos en los estándares de belleza que cada quien tenga– y una situación económica muy buena, se dice que es porque en vidas pasadas hemos practicado la paciencia y la generosidad. Pero curiosamente, podemos tener un físico muy atractivo y mucho dinero, pero estas circunstancias no determinan en absoluto nuestra experiencia interna. Esta también está determinada por nuestro karma.
En la publicación que tengo acerca de la técnica de Dejar Ir del Dr. David Hawkins, explico cómo Hawkins –un ser iluminado– enseñó que todas las personas nacemos con un número limitado de emociones negativas. Por poner un ejemplo: yo en todas mis vidas pasadas hice el equivalente a $10 dólares de acciones negativas y $7 dólares de acciones positivas. Si nazco en una familia donde fui un hijo deseado, hay buena comunicación, disfruto de salud y de belleza, entonces en mi renacimiento invertí $5 dólares de mi saldo a favor en acciones positivas. Pero a pesar de tener todas estas condiciones favorables, por dentro me siento sumamente infeliz, solo, incomprendido, y no logro explicarme por qué, ya que aparentemente tengo todo lo que se necesita para ser feliz.
Lo que las personas no podemos ver ni saber, es cuánto karma negativo traemos con nosotros de vidas pasadas. Entonces, cuando somos ignorantes acerca del karma, pensamos que el problema es el mundo, son los demás, son las circunstancias, etc. Y con esta visión distorsionada e ignorante de la realidad, comienzo a cometer más acciones negativas. Me vuelvo una persona que se enoja fácilmente, que busca manipular a los demás para que satisfagan mis deseos, y que está únicamente pensando en la propia felicidad. Todo esto se va sumando a mi saldo de acciones negativas. Entonces si yo ya había pagado $7 dólares de karma negativo al sentirme muy mal por dentro, vuelvo a generar esta cantidad con mis acciones. Y así, es que entramos en una espiral donde le echamos la culpa de nuestro malestar al exterior, y evitamos liberarnos de nuestro karma negativo acumulado.
Por otro lado, si en este mismo ejemplo aplicamos la técnica de Dejar Ir, la cual implica aceptar nuestras emociones negativas sin resistencias, sin buscar culpables y sin obrar acciones motivadas por estas emociones, entonces el saldo de karma negativo comienza a consumirse. Y no solo eso, sino que comprendiendo que todas las acciones que yo haga a cada instante van a sumarme o karma virtuoso o karma negativo, busco la manera de ser mi mejor versión posible. Buda Shakyamuni explicó que la vida humana es extremadamente valiosa justo por esta razón: tenemos total libertad sobre todas nuestras acciones. Podemos optar por no responsabilizarnos de nuestro propio poder creador sobre nuestra vida, y creer que todo es cuestión del azar.
O podemos optar por escuchar la sabiduría de los grandes maestros iluminados que han estado en la Tierra, y así purificar por completo todo nuestro karma negativo. Suele decirse que el único pecado que verdaderamente cometemos es el de la ignorancia, puesto que al no reconocer el poder de nuestras acciones, actuamos sin pensar y sin ser conscientes de que cuando obramos acciones negativas estamos cavando nuestra propia tumba. La ley del karma también explica por qué es que lo que a unas personas les parece agradable a mí me puede parecer desagradable y viceversa. Hagamos de cuenta que hay dos personas viviendo exactamente la misma situación: aquella que lo está pasando muy bien simplemente está madurando karma positivo, mientras quien está sufriendo, madura karma negativo.
A cada instante de nuestra vida estamos simplemente experimentando el efecto del karma que creamos en el pasado. Si yo estoy viendo un mundo de sufrimiento en donde todo va mal, o un mundo de oportunidades en donde todo representa la ocasión perfecta para crear karma positivo, depende por completo de mi karma. Pero afortunadamente, tenemos en esta vida una oportunidad invaluable, única y tal vez irrepetible en los próximos mil renacimientos si la desperdiciamos: adiestrarnos en el camino espiritual. Cuando trabajamos en desarrollarnos espiritualmente, no solo adquirimos la sabiduría que reconoce la existencia de la ley del karma. También, buscamos en toda situación la oportunidad de mejorarnos como personas para así actuar de la mejor manera posible, y con ello crear karma positivo.
Nos volvemos conscientes de que toda experiencia que genere en nosotros cualquier clase de malestar, no es más que la maduración de karma negativo. Que las condiciones de vida que tenemos actualmente fueron creadas por nosotros mismos en el pasado. Por lo tanto, podemos en el presente crear el futuro que deseamos. Cuando nos comprometemos con actuar de la mejor manera posible a cada instante y de no buscar culpables ahí afuera por nuestras experiencias, nuestra vida cambia por completo. Nos volvemos capaces de manifestar lo que deseamos porque comprendemos que para hacerlo hemos de crear sus causas. Y para evitar sufrir, debemos evitar crear las causas de sufrimiento. La ley del karma nos da un conocimiento invaluable para poder vivir una vida libre de victimismos, en la cual nos hacemos responsables de nuestras acciones, y también de sus efectos.
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