LA ENERGÍA DEL TRAUMA: EL PRINCIPAL OBSTÁCULO DE LA ENERGÍA ESPIRITUAL

En mayor o menor medida, todas las personas hemos experimentado trauma. El trauma no solo es haber vivido algo muy fuerte, tal como un abuso o un secuestro. El hecho de haber sido víctima de bullying por muchos años, o haber crecido en un ambiente estresante donde nuestros padres peleaban constantemente, se considera como trauma. Además, si partimos del hecho de que el trauma es mucha energía de estrés que no podemos ni sabemos cómo gestionar, sería absurdo catalogar qué si es traumático y qué no. Todas las personas somos diferentes, por lo tanto, solo cada quien podrá determinar hasta qué punto vivió algo traumático y hasta qué punto lo ha sanado.


La energía del trauma, que es mucho estrés sin resolución, es experimentada por todas las personas desde que nacemos. Es obvio que un bebé al nacer está experimentando algo muy estresante; por eso nacen llorando. No es habitual que un bebé nazca muy apacible y sereno. Desde nuestro primer respiro, vamos viviendo una serie de situaciones que, aunque no las recordemos, llenan a nuestro cuerpo energético de energía del trauma. Si fuimos bebés alimentados directamente del seno de nuestra madre, cuando dejan de alimentarnos de este modo, experimentamos un estrés que de bebés no sabemos gestionar. Si nunca nos alimentamos de esta forma, también sufriremos estrés por ello.


Esto lo menciono porque es de suma importancia entender que todas las personas hemos experimentado trauma. Todas tenemos, aunque sea un poco, de energía del trauma dentro nuestro. Adicional a las condiciones traumáticas de nuestro nacimiento y crecimiento, también hemos vivido por lo menos una de las cinco principales heridas de la infancia. Tengo un video en el que profundizo en el impacto energético que cada una de ellas tiene sobre nosotros. En los casos de quienes han vivido pocas experiencias traumáticas, les es más fácil el pensar antes de actuar sin ser tan reactivos, el ser flexibles mentalmente, y el saber cómo gestionar sus emociones y su energía en momentos estresantes.


Mecanismos de defensa: fragmentación y disociación


Pero en los casos de quienes han vivido experiencias muy traumáticas o con una elevada carga de energía del trauma, la vida se vuelve un verdadero desafío. Las técnicas por excelencia para lidiar con el trauma cuando no sabemos qué hacer al respecto, son la fragmentación y la disociación. Por un lado –como su nombre lo indica– la fragmentación hace que nuestra consciencia se divida en 2 o más partes: la o las partes que pretenden que no pasa nada y que la situación ha sido superada exitosamente, y la o las partes que realmente están afectadas por lo vivido y no saben qué hacer para sanar.


Pongamos un ejemplo: si somos hijos de una pareja de doctores en donde las cualidades más valoradas son las lógico racionales, nos sentiremos estresados si tenemos una inclinación hacia las cualidades artísticas. Si percibimos que vamos a ser rechazados por nuestra familia si nos mostramos tal cual somos, vivimos bajo un estrés enorme que no sabemos gestionar durante el desarrollo. Entonces, vamos a dividir nuestra consciencia en 2: la persona que pretende amar la ciencia y aparenta desear ser doctora, y aquella que tiene un enorme deseo de dedicarse al arte, pero que es reprimida e ignorada ya que, si la mostramos, es probable que seamos rechazados.


Por otro lado, la técnica de disociación consiste literalmente en desconectarnos de nuestro cuerpo. Esto es algo muy común en quienes han sido víctimas de abuso: al enfrentarse físicamente a algo que no pueden controlar, la única alternativa percibida es desconectarse mentalmente del cuerpo. Como no sabemos gestionar todo el estrés físico que se genera durante un abuso, nos refugiamos en nuestra mente: el único lugar sobre el cual sabemos que tenemos el control. Se nos puede forzar a hacer algo físicamente, pero no mentalmente. Al disociarnos, llevamos toda nuestra energía al mundo de los pensamientos, y nos desconectamos por completo del mundo físico y material.


Por ejemplo: si fuimos abusados sexualmente, nos invadirán emociones de culpa, vergüenza, y también una profunda incomodidad física. Para evitar sentir esto, vamos a buscar escapar de cualquier forma de nuestro propio cuerpo. Creamos un refugio en nuestra mente y nos olvidamos de todo lo relacionado con lo físico. Después, ignoramos la parte emocional, y al ser las emociones el mapa que nos dice qué es aquello que nos apasiona y disfrutamos, canalizamos toda nuestra energía en la parte mental y racional y comenzamos a vivir en modo automático, sin importar que lo que sea que estemos haciendo realmente resuene con nuestro verdadero propósito.


Las consecuencias


En ambos casos, tanto en la disociación como en la fragmentación, vamos a dividirnos a nivel energético en la parte que mostramos al mundo y actúa como si todo estuviera bien, y la parte herida que necesita nuestra atención pero que no se la damos. En cuanto esto sucede, comenzamos a acumular más y más energía del trauma, ya que llevamos una vida en la que una parte nuestra quiere salir todo el tiempo para ser vista y sanada, pero que nos esforzamos día y noche en mantener oculta. Naturalmente, esto es una de las situaciones más estresantes que una persona puede vivir: el tener que estar todo el tiempo escondiendo una parte herida y además tener que pretender que todo está bien.


Todo esto tiene un profundo impacto en el cuerpo energético, principalmente en el sistema de chakras. Nuestra forma de ser y de reaccionar ante la vida está determinado por el estado de nuestro sistema de chakras. Los chakras son los centros a través de los cuales la energía espiritual fluye hacia el cuerpo y le da vida, por lo que un desbalance provocado por la energía del trauma, nos afectará en todas las áreas de vida. Para saber a detalle cómo se manifiesta un desbalance en cada uno de los chakras, te invito a que leas la lista que tengo al respecto, y al curso intensivo de fin de semana que impartiré el último fin de semana de Noviembre. En este curso aprenderemos todo acerca de los chakras; si lees esto después de la fecha, escríbeme para saber cuándo se volverá a impartir este curso.


Primero, me gustaría hablar del impacto que el trauma tiene en nuestras relaciones. La señal más clara de que tenemos energía del trauma acumulada en nuestro cuerpo es que nuestras relaciones son muy turbias. Ya sea que nosotros ocasionemos conflictos en ellas o que sigamos relacionándonos con personas que promueven el conflicto, cuando no tenemos relaciones pacificas y armoniosas es porque tenemos trauma pendiente por sanar. Alejar a quienes sabemos que nos quieren, buscar relacionarnos con quienes sabemos que no nos quieren y nos tratan mal, generar fuerte apego y codependencia a nuestros amigos y seres queridos, buscar controlar a las personas y vivir patrones negativos en nuestras relaciones –como pelear constantemente por lo mismo– es una señal muy clara de que hay trabajo personal que debemos hacer.


También, el trauma afectará nuestra personalidad en el día a día. El levantarnos todos los días con irritabilidad o con muy poca energía es consecuencia de que la energía espiritual no esté fluyendo correctamente desde nuestros chakras, por un bloqueo ocasionado por el trauma. Tener constantemente pensamientos que nos inducen miedo, culpa, vergüenza o tristeza es la forma en la que nuestra mente lleva nuestra atención hacia aquella emoción ocasionada por el trauma que hemos de sanar. Otro mecanismo muy común es adoptar actitudes perjudiciales para provocar en los demás una respuesta que nos haga sentir tal y como nos hizo sentir el trauma. Por ejemplo, si tengo la herida del abandono, buscare alejar a los demás para así perpetuar esta herida.


Físicamente, las reacciones a la energía del trauma las da nuestro sistema nervioso. Al estar sobrecargado de energía, buscaremos la manera de desconectarnos del momento presente por medio de abuso de sustancias, adicciones a las apuestas, al sexo o a las redes sociales, y fantasías que nos mantengan “soñando despiertos” para así no enfrentar nuestra situación actual. Nos mantendremos en modo “luchar o huir”, es decir, tendremos una reacción muy emocional y radical preparada para cualquier estímulo. Sentiremos las emociones intensamente en algunos momentos, y en otros podríamos no sentir nada en absoluto. Por último, el síntoma más claro de que la energía del trauma está afectando nuestro cuerpo, es enfermarnos constantemente. 


La razón por la que solemos repetir muchos patrones cuando hay trauma por sanar es porque esa es la forma en la que nuestro espíritu puede hacernos ver lo que hay dentro nuestro. Hay que saber que la tendencia natural de nuestro espíritu es hacia la expansión y la evolución, y cuando hay algo que lo esté deteniendo, va a manifestar constantemente ese mismo obstáculo en nuestra realidad para que hagamos algo al respecto. Algo muy útil es entender que este es nuestro mecanismo de autosanación, por lo que si observamos en nuestra vida patrones que nos hacen sufrir, es muy importante analizarlos y regresar al primer momento que recordamos haber vivido estos patrones. En el primer recuerdo hay muchas respuestas al origen del trauma.


Cómo sanar la energía del trauma


Una de las razones por las que muchas personas intentan sanar esta energía pero se les dificulta es porque muchos métodos solo están diseñados para evadirla. La única forma de sanar la energía del trauma es enfrentándola; es por eso que nuestro espíritu manifiesta escenarios similares constantemente. La primera técnica que recomiendo para sanar la energía del trauma es reconocer que hemos vivido algo traumático y hablar de ello. Muchas veces dar este paso, que es el primero y en ocasiones el más difícil, puede liberar una cantidad extraordinaria de esta energía. En mi experiencia, el simple hecho de reconocer lo que hemos vivido y hablarlo con nuestros seres queridos da una liberación emocional enorme.


Otra técnica muy utilizada para estos casos es la re-contextualización. Es un hecho que no podemos cambiar el pasado, pero sí podemos cambiar aquello que percibimos. Si, por ejemplo, sufrí un robo hace muchos años y aún no libero esa energía, puedo comenzar a trabajar en ver esa situación como un catalizador en mi vida para cultivar el desapego. Si viví un abuso, puedo verlo como una oportunidad para aprender lo que es y lo que se siente una experiencia traumática intensa, y que esto me permita generar compasión por todas las personas, al reconocer que todos –sin excepción– hemos vivido experiencias traumáticas. Es un proceso que toma tiempo y requiere paciencia y esfuerzo, pero si cambiamos nuestra interpretación de lo que vivimos, nuestra experiencia de ello también cambia.


La técnica que en lo personal más me ha ayudado pero que es algo radical y requiere mucha apertura mental es la de Dejar Ir. Hablo de esta técnica a profundidad en otra publicación; en resumen, esta técnica involucra temas espirituales como la ley del karma y vidas pasadas. Con la sabiduría que comprende que todo lo que vivimos es el efecto de una obra que nosotros realizamos en el pasado –ya sea de esta vida o de alguna vida pasada– podemos hacer las paces con lo que sea que hayamos vivido. Al usar esta técnica, en la cual nos permitimos sentir cualquier emoción sin juzgarla, etiquetarla, ni atribuirle causas externas sino más bien causas internas, creadas por nosotros mismos en el pasado, es muy importante hacerlo con sabiduría. Si al practicarla hay sentimientos de culpa, es mejor dejarla para otro momento.


Prácticas como el yoga, la meditación y ejercicios de respiración permiten liberar esta energía ya que permiten que la actividad mental disminuya, y con ello bajemos las defensas que solemos levantar alrededor del trauma vivido para así evitar verlo y enfrentarlo. Así, esta energía naturalmente comenzará a fluir y a salir poco a poco. Pero aunque hagamos todo esto, es muy importante el acompañamiento de un terapeuta durante este proceso. Ya sea una terapia convencional o una terapia holística, es indispensable contar con un profesional que pueda orientarnos y ayudarnos a tomar consciencia de lo que sea que haya dentro nuestro. No recomendaría llevar estos procesos en solitario; por lo que el último consejo que daré es recordar que siempre podremos encontrar alguien en quien contar. Creer que estamos solos en esto es una mentira y solo lo hace más difícil. Si estás lidiando con la energía del trauma, quiero que sepas que yo estoy recorriendo este camino contigo y que sí es posible sanar.

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