EL CUERPO ENERGÉTICO, EL SISTEMA NERVIOSO Y LA ENERGÍA ESPIRITUAL

Si bien en el camino espiritual se hace mucho hincapié en el hecho de que las personas no somos un cuerpo y que cuando éste muere nuestro espíritu o nuestra alma o mente continúa, hay una relación muy estrecha entre el cuerpo y el espíritu. De hecho, se sabe que la energía espiritual –que viene del cuerpo energético– es lo que le da vida al cuerpo, y la vida no depende únicamente de las condiciones de salud físicas. Hay personas que aparentemente están en un excelente estado de salud y se sienten muy bien, pero que de un momento a otro les da un infarto o les detectan una enfermedad terminal muy avanzada, a pesar de que el cuerpo físico se vea y se sienta bien. Esto es debido a que la salud comienza a nivel energético o espiritual, y el puente que une al cuerpo energético con el cuerpo físico, es el sistema nervioso.


Para conocer a profundidad al cuerpo energético te invito a que leas las publicaciones en donde hablo detalladamente acerca de éste y sus componentes. A grandes rasgos, este cuerpo está conformado por siete centros de energía espiritual –chakras– desde los cuales fluye esta energía, y varios canales de energía –meridianos– los cuales la distribuyen por el cuerpo. Este cuerpo es el que le da vida al cuerpo físico y cuando hay un desbalance a nivel energético, se manifestará una consecuencia a nivel físico en forma de dolor, molestia, incomodidad e incluso enfermedad. El estado de vida ideal de todas las personas no solo es gozar de buena salud física, sino de abundancia en las distintas áreas de vida. Los problemas económicos, emocionales, de personalidad o en nuestras relaciones, indican un problema de salud energético.


Las personas somos seres de hábitos, por lo que el estado de cualquiera de nuestras áreas de vida va muy de la mano con nuestros hábitos, los cuales –a su vez– están ligados al sistema nervioso. Nuestro nivel energético, nuestro estado de ánimo, incluso nuestras reacciones están físicamente gobernados por el sistema nervioso. Todo lo que vivimos deja una huella energética en el cuerpo energético, alterando la manera en la que la energía fluye desde nuestros chakras y meridianos. Si hemos vivido situaciones estresantes o traumáticas que aún no hemos resuelto, sus huellas energéticas comienzan a hacer estragos a nivel energético que con el tiempo comienzan a manifestarse fisicamente en el sistema nervioso. Una vez que esto sucede, fisicamente el cuerpo comienza a adaptarse a estos estados energéticos, lo cual limita nuestras opciones de qué hacer con nuestra vida puesto que el cuerpo solo tiene energía para ciertas cosas.


El Dr. David Hawkins, autoridad en el tema espiritual y científico, explica cómo el sistema nervioso es similar a los circuitos de una computadora. Estos circuitos están diseñados para soportar determinado voltaje o determinada energía. Si intentáramos darle más energía a estos circuitos de la que pueden tolerar, quedarían totalmente fritos y destruidos. De la misma manera, nuestro sistema nervioso es como estos circuitos, el cual solo puede aguantar cierto nivel de energía espiritual según qué tan desarrollado esté. Esencialmente, el sistema nervioso transporta energía a todo el cuerpo en forma de impulsos eléctricos. Todo lo que pensamos y sentimos es experimentado en el cuerpo gracias al sistema nervioso. Al mismo tiempo, nuestros pensamientos y emociones no son más que el estado de nuestro cuerpo energético. En otras palabras, nuestra experiencia mental y corporal depende totalmente de estos sistemas energéticos que le dan vida al cuerpo.


En mi publicación respecto a La Energía del Trauma explico cómo las experiencias traumáticas se vuelven obstáculos que dificultan el flujo de energía espiritual, casi como las piedras en el riñón. Mientras menos de esta energía fluye a nuestro cuerpo, el sistema nervioso se acostumbra a estos niveles de baja energía. La energía débil o de baja vibración es aquella que experimentamos como emociones negativas –enojo, tristeza, celos– y también como pensamientos negativos. Algo que me parece increíble acerca del entendimiento del sistema nervioso es que explica por qué las personas, momento a momento, solo podemos ser como somos. Dice David Hawkins que si las personas pudiéramos ser diferentes, lo seríamos. Si pudiéramos soportar mayores niveles energéticos en nuestro cuerpo y así sentir mejores emociones y pensar mejores pensamientos, obviamente lo haríamos. Gracias a que podemos entender de dónde vienen nuestras limitaciones, podemos trabajar en cambiarlas y así mejorar nuestra vida.


Es bien sabido que todo pensamiento y emoción tienen un nivel medible de energía. La energía de baja vibración de, por ejemplo, el enojo, calibra en un nivel energético de 150 en la escala de conciencia o de evolución espiritual. Esto también es medible en el campo electromagnético que todas las personas tenemos y que la comunidad científica reconoce. A una persona que ha vivido experiencias traumáticas no resueltas y que solo sabe reaccionar a partir del enojo, le va a costar mucho trabajo experimentar constantemente emociones y pensamientos propios del amor, el cual calibra en un nivel energético de 500. Literalmente, solo podemos experimentar niveles existenciales que nuestro cuerpo físico pueda tolerar. Debido a esto, el trabajo de desarrollo espiritual no solo ha de enfocarse en la parte mental o interna, sino que también debemos trabajar por fortalecer nuestro sistema nervioso y que así soporte la energía espiritual de alta vibración. 


Existen tres estados del sistema nervioso que explicaré brevemente solo como contexto básico respecto al tema. El primer estado –el ideal– es el del sistema nervioso parasimpático. En este estado nos sentimos a salvo, somos sociales, y podemos conectarnos con nuestro entorno. Los pensamientos son flexibles y mayormente positivos, al igual que las emociones. Esto permite que tomemos decisiones bien pensadas y nos mantengamos presentes. El segundo estado es el del sistema nervioso simpático. Este nos mantiene en estado de luchar o huir, reaccionamos de forma agresiva, vemos a los demás como enemigos, sentimos el mundo como un lugar peligroso y que no tenemos control de nuestros pensamientos, emociones ni acciones. Este es el estado más común debido a que no existe aún tanta cultura acerca de la importancia de la resolución del trauma. El último estado es el de un sistema nervioso colapsado, en el cual nos sentimos disociados, sin emociones, desconectados de la realidad. No tenemos energía, y simplemente sentimos que la vida no vale la pena ser vivida.


Ahora que conocemos cuáles son los síntomas que experimentaremos en dependencia del estado de nuestro sistema nervioso central, te compartiré algunas técnicas para reforzarlo y que así puedas incrementar la tolerancia física de energía espiritual de alta vibración. La primera técnica que siempre recomendaré en materia de sanación es ir a terapia. Así sea una terapia psicoterapéutica convencional –de la cual recomendaría la gestalt– o una terapia holística –para lo cual tengo una publicación en donde comparto varias de estas terapias– esta es la mejor manera de liberar energía del trauma del cuerpo energético. He trabajado con personas que oponían mucha resistencia a ir a terapia e hicieron de todo antes de darse la oportunidad de probar alguna y reconocer sus beneficios. Es importante saber que en el contexto adecuado en dependencia de las necesidades de cada quien, podemos encontrar una terapia ideal para nosotros que nos ayude a liberar los obstáculos energéticos que nos limitan.


Otro método para fortalecer el sistema nervioso es por medio el movimiento intenso. Ya sea bailando, corriendo, saltando la cuerda: hacer ejercicio en el que movamos mucho al cuerpo permite la liberación de energía estresante. Por eso es que los animales, después de una pelea, tienden a sacudirse abruptamente. Esto es literalmente liberación energética. Exponernos al frío según nuestra tolerancia, como bañándonos unos segundos con agua fría, nos permite aprender a regular al sistema nervioso y que este desarrolle la capacidad de hacerle frente a situaciones y momentos incomodos sin la reacción de querer luchar o huir, sino aprendiendo a mantenerse presente. Reducir las situaciones estresantes a las que nos enfrentamos naturalmente también nos beneficiará, tomando en cuenta que el propósito es fortalecernos internamente para enfrentar la vida, y no solo evadir las situaciones que no nos gustan. Hay que recordar que el camino espiritual no es evitativo sino evolutivo.



Los ejercicios de respiración son indispensables para aprender a regular el sistema energético. Normalmente, cuando estamos en un estado simpático o colapsado, nuestra respiración es inconsciente e irregular, lo cual impacta de manera directa el ritmo cardiaco y los pensamientos. La respiración, después de la energía espiritual, es la fuente principal de vida para el cuerpo físico. Aprender a respirar conscientemente, tomando en cuenta que una respiración inconsciente promedio solo usa el 10% de nuestra capacidad pulmonar, permite reconocer poco a poco que tenemos la capacidad de controlar cómo reaccionamos, cómo pensamos, y cómo nos sentimos. En la medida en la que más tomamos consciencia de la respiración en el día a día, más podemos encontrarnos mentalmente en el presente, lo cual promueve una conexión con el sistema nervioso parasimpático. Nunca hay que subestimar el poder de un par de inhalaciones y exhalaciones profundas e intencionadas.


El yoga, especialmente el que está diseñado para enfocarse en el trabajo del cuerpo energético, es otro método extraordinario para regular el sistema nervioso. Mi hermana ha comenzado a impartir clases bajo su propio método “Yoga Evolutivo”, el cual tiene un enfoque en la sanación energética. Te invito a que sigas la cuenta en Instagram, @yoga.evolutivo, al cual también pondré la liga en la descripción de este video. Por último, el método por excelencia para fortalecer el sistema nervioso y poder recibir una mayor cantidad de energía espiritual es la meditación. Diseñada para transformar la mente y los patrones de pensamiento, cuando meditamos correctamente estamos familiarizándonos con formas de pensar y sentir más poderosas. Contemplando objetos como el amor, la compasión, la paciencia y más virtudes espirituales, poco a poco la energía de nuestro cuerpo comienza a incrementar su frecuencia, lo cual hace que el sistema nervioso se vuelva más resistente, y envía el mensaje al cuerpo energético de que estamos listos para recibir más y más energía espiritual.


Terminaré esta publicación mencionando que, si bien hay muchas escuelas espirituales que tienen un enfoque de renunciar al cuerpo, en mi experiencia el tomarlo en cuenta, trabajar con él y verlo como una herramienta más de nuestro camino espiritual es lo mejor. Hay que relacionarnos con él entendiendo que es impermanente, que va a envejecer y eventualmente a morir. Pero mientras tengamos la oportunidad, hay que aprovechar que fisicamente tenemos la herramienta perfecta para el desarrollo interno –el desarrollo espiritual– y que en lugar de verlo como un obstáculo a trascender, conviene verlo como un mapa o una estrella del norte que nos permite ver otra perspectiva acerca de cómo sanar y evolucionar. 

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