La CAUSA de la INFELICIDAD: EL EGO

Todos nosotros tenemos un ego; eso es un hecho. El ego puede variar en intensidad: hay quienes son súper ególatras, y hay quienes son más humildes y su atención no está completamente puesta en sí mismos/mismas. Lo que es innegable, es que todas las personas no iluminadas vivimos nuestra vida y manifestamos nuestra realidad con base en nuestro ego. Existen dos conceptos diferentes acerca del ego: el que se habla en la psicología, y el que se habla en la espiritualidad. Este video será hablando desde una perspectiva espiritual.

 

Desde que nacemos, vamos teniendo experiencias nuevas, muchas de las cuales no son agradables, y van en contra de los dos deseos básicos y fundamentales de todos los seres vivos: ser felices y evitar el sufrimiento. Nuestro instinto más cavernícola –el instinto de supervivencia– se encarga de ir identificando qué cosas sustentan nuestra felicidad y bienestar, y qué cosas nos hacen daño. Más adelante, va formando una “coraza” con la cual pretende protegerse de aquellas cosas que nos han hecho sufrir a lo largo de nuestra vida.

 

Esta coraza es justamente el ego: un mecanismo de defensa con el cual pretendemos garantizar que nada de lo que nos ha hecho daño en el pasado nos lo vuelva a hacer. Por ejemplo: una persona que tuvo su primera relación, y después de una cantidad de tiempo considerable en esa relación, la pareja le es infiel. Esto es algo que obviamente causa mucho dolor, y lo que el ego hace es aferrarse a esa experiencia y mantenerla presente en nuestro día a día, para que evitemos que nos vuelva a pasar. Con esto, podemos desarrollar problemas al confiar en la gente.

 

Este es uno de los millones de ejemplos que hay, pero algo que es muy importante que sepamos es que todas las personas, para cuando cumplimos los 7 años de edad, ya tuvimos un acercamiento a la gran mayoría de las áreas de la vida: la salud, el dinero, el amor, la confianza, las relaciones familiares/sociales… en fin. Para los siete años ya adquirimos la mayoría de las creencias que, si no las cambiamos más adelante, estarán presentes toda nuestra vida, guiando cada decisión que tomemos.


Adultos con creencias de niños

 

Imagina esto: hoy en día, hay personas que, sin recordarlo conscientemente –o dicho de otra forma: en su subconsciente–, siguen aferrándose a las experiencias negativas que tuvieron a los 5 o 6 años de edad, pero como usualmente muchas de estas experiencias se olvidan, entonces dejamos de entender de dónde viene algún miedo o alguna inseguridad. Sin embargo, algo que sí tenemos muy claro es que le tenemos miedo a X o a Y, y entonces, para evitar estas cuestiones, basamos nuestra personalidad en estos miedos y con eso esperamos que está garantizado que podremos evitarlo.

 

Y entonces, para cada experiencia desagradable se refuerza la coraza o el ego, y conforme vamos creciendo, esta coraza se va endureciendo y comenzamos a identificarnos con ella. En el caso de la persona que sufrió una infidelidad, puede ahora identificarse con el concepto de alguien que solo atrae personas que son infieles; o con el concepto de alguien que no confía en la gente. Y es así que, sin darnos cuenta, nos convertimos en adultos que están todo el tiempo y sin ser conscientes, buscando evitar experiencias similares a las que ya nos han lastimado antes.

 

Y eso no es todo: a la par con la que vamos agarrando experiencias negativas y creando nuestra personalidad con base en ellas para que no nos vuelvan a pasar, también comenzamos a desarrollar en la infancia una tendencia a buscar exclusivamente nuestra felicidad. No se pueden generalizar todos los casos, pero es un hecho científico que la mayoría de las personas buscamos nuestra felicidad y velamos por nuestros mejores intereses. Claro que también vemos por los demás, pero aceptémoslo: usualmente, nuestra prioridad somos nosotros.

 

Esto tampoco está del todo mal: pienso que si uno no ve por sí mismo, entonces ¿quién?, pero hay una diferencia abismal entre buscar la propia felicidad desde el espíritu, y buscar la propia felicidad desde el ego. Una de las mejores frases espirituales al respecto dice que la mejor forma de garantizar la infelicidad, es buscando la felicidad propia, mientras que la mejor forma de garantizar la felicidad, es buscando la felicidad de los demás. Esto es algo total y completamente cierto.

 

Con estas dos cualidades de los seres sintientes: buscar la felicidad y querer evitar el dolor, es que el ego –nuestro instinto de suprevivencia– hace todo por lograrlo: nos creamos creencias de lo que nos hace felices y de lo que nos hace daño, las cuales pueden caducar a cierta altura de nuestra vida, y volverse contraproducentes ya que todo el tiempo estamos cambiando, y ya no somos la persona que éramos cuando esas cuestiones que generaron nuestras creencias, nos hicieron felices o infelices.

 

El aferramiento propio y la infelicidad


El mayor problema del ego es que se aferra con toda su fuerza a sus creencias: el miedo es una de las emociones más poderosas que podemos experimentar, y cuando pensamos que vamos a perder una de las defensas que hemos levantado para protegernos, nos entra miedo, lo cual nos hace pensar que nuestra supervivencia está en peligro, y justamente por eso nos podemos cerrar a cualquier nueva idea o forma de pensar. Al ego no le interesa que sus creencias nos hagan daño: simplemente busca hacernos sobrevivir a toda cosa, y solo puede actuar a partir del aprendizaje que tiene.

 

El ego nos cierra y nos impide abrirnos a nuevas experiencias y a adquirir nuevo conocimiento porque eso compromete SU seguridad: cuando cuestionamos nuestras creencias, y pensamos que aquello que nos pasó hace años –como una infidelidad– no tiene por qué definirnos como personas, entonces el ego sale al ataque como una fiera y defiende incansablemente sus creencias. Esta es la razón por la cual el ego es la causa de la infelicidad: nos impide aprender cosas nuevas y cuestionar lo que damos por hecho, además de que nos puede impulsar a buscar nuestra felicidad a toda costa, incluso si eso significa hacerle daño a alguien más.

 

No debemos sentirnos culpables porque al final del día nos creamos un ego para protegernos: simplemente, a lo largo de nuestra vida, actuamos de la forma que pensamos que es la mejor para nosotros y la que nos va a llevar hacia la felicidad y alejarnos del sufrimiento. No obstante, muchas veces el aprendizaje del pasado se nos programó desde una perspectiva menos evolucionada a la que tenemos actualmente. Lo que antes veíamos como algo simplemente malo, puede cambiar si lo analizamos en el presente con una perspectiva más constructiva, buscando hacer las paces con nuestro pasado.

 

El último objetivo espiritual es el de trascender al ego para que podemos, en primer lugar, vivir sin miedo, con la confianza y certeza de que todo va a estar bien, independientemente del escenario en el que nos encontremos. Las personas somos seres sumamente capaces, y podemos darle la vuelta a prácticamente cualquier situación. En segundo lugar, solo hasta que logramos abandonar el pensamiento de que debemos estar todo el tiempo a la expectativa de que pase algo malo, y nos rendimos a nuestra naturaleza espiritual, aceptando la existencia de una Inteligencia Superior que tiene un plan perfecto para nosotros, es que podemos vivir de una manera que garantiza que no generaremos más karma: esto es la iluminación espiritual.

 

Tengo una publicación en la que explico el tema de la Iluminación Espiritual a profundidad y te invito a que la leas, ya que además de ser un tema sumamente interesante, es la meta a la que todas las conciencias o almas estamos encaminándonos: ese es precisamente el propósito de la vida humana; lograr trascender el ego, ir más allá de nuestras propias limitaciones y miedos, para experimentar nuestra verdadera naturaleza como partes de la misma Fuente Creadora de todo lo que existe.

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