PRINCIPIOS FUNDAMENTALES del CAMINO ESPIRITUAL

 

Existe muchísima información que puede abrumarnos al principio de nuestro camino espiritual. Hay un sinfín de temas que conforme más investigamos, más temas y dudas comienzan a surgir, pudiendo hacernos sentir abrumados por tener tanto por aprender y también por tener que encontrar qué enseñanzas resuenan más con nosotros. Existen tantas tradiciones e interpretaciones que si aun no formamos una visión personal de lo que es la espiritualidad, podemos confundirnos –e incluso frustrarnos– porque hay personas, libros y textos que dicen una cosa, y otros que dicen otra totalmente diferente.


Podemos empezar a entender el camino espiritual por el punto en el que todos los caminos, tradiciones y opiniones están de acuerdo: la espiritualidad se trata de desarrollar aquella parte de nosotros –nuestra verdadera esencia– que va más allá del cuerpo y de nuestro ego. Reconocer la existencia de esta parte nuestra no es tan complicado si seguimos con perseverancia las explicaciones e instrucciones de personas con autoridad, tales como el Dr. David Hawkins. En muchos de sus libros explica una serie de razonamientos para llevarnos a reconocer la existencia de esa parte nuestra que desarrollamos por medio de la espiritualidad.


Para quienes quieran leer esto, recomiendo especialmente el libro “Curación y Recuperación”; pero para quienes quieran un resumen, lo explica de la siguiente manera: “cuando examinamos la relación entre el cuerpo, la mente y el espíritu desde el punto de vista de la experiencia, algunas cosas pueden parecer un tanto sorprendentes, como que el cuerpo no puede experimentarse a sí mismo. Este pensamiento puede dejarnos perplejos, porque solemos pensar “Yo soy mi cuerpo”. Sin embargo, esto no es cierto, porque el cuerpo no puede experimentarse a sí mismo. Mi brazo izquierdo no puede experimentar su propia calidad de brazo izquierdo.”


La primera ilusión que tenemos que dejar de lado es que nosotros somos este cuerpo. Con este primer razonamiento, que a continuación desarrolla, podemos entenderlo. Tu brazo no sabe que es un brazo, tu pierna no sabe que es una pierna, y el conjunto de todas las partes del cuerpo no puede experimentarse a sí mismo. Entonces Hawkins agrega: “más bien, experimentamos las sensaciones corporales, pero las sensaciones no se experimentan a sí mismas. Éstas son experimentadas por la mente”. Esto corresponde con las enseñanzas budistas que tienen como objetivo entender exactamente esto: no somos el cuerpo.


Lo que dicen algunas tradiciones espirituales


En el budismo, se reconoce que las sensaciones es uno de los muchos factores mentales, entonces nosotros no podemos ser el cuerpo, porque hay algo más grande o superior que experimenta al cuerpo, que le dice qué hacer, a dónde ir, etc. Pero curiosamente, tampoco somos nuestra mente. Voy a continuar con la descripción de David Hawkins: “Curiosamente, la mente tampoco puede experimentarse a sí misma. Un recuerdo no experimenta su propia “calidad de recuerdo”, ni una fantasía su “calidad de fantasía”;  lo que ocurre en la mente tiene que ser experimentado en un campo de energía que es más grande que la mente misma, llamado “conciencia”.


Aquí pueden comenzar las primeras confusiones, porque a nuestra esencia, lo que desarrollamos en el camino espiritual, se le conoce como conciencia, Mente (con mayúsculas), espíritu… ha sido llamado de muchos nombres. Pero pienso que lo más importante no es tanto ponernos de acuerdo en cómo llamarle, sino que hay una parte nuestra que controla a la mente, la cual controla al cuerpo. Vamos escalando por una pirámide hasta llegar a la cima: ahí se encuentra el Yo, al cual en esta publicación (y en muchos otros de este blog) nos referiremos como el espíritu.


El espíritu es, en muy resumidas cuentas, el que toma las decisiones. Aunque a muchos nos guste justificarnos con el “soy así y no puedo cambiar” esto no es más que auto engaño. Nuestro espíritu es libre a cada instante de qué pensar, y por lo tanto de qué sensaciones corporales sentir. Aunque ahora, en nuestra condición como seres humanos, tenemos una mente ignorante a la que se le hace fácil vernos a nosotros como víctimas de las situaciones, incapaces de hacer algo respecto a lo que sucede ahí afuera en el mundo. La espiritualidad es reconocer que esto no es cierto.


A cada instante nosotros tenemos la capacidad de optar por formas más elevadas para responder a los retos de la vida, los cuales en muchas ocasiones no entendemos de dónde vienen. Aquí viene otra de las realizaciones muy importantes para el camino espiritual: nuestro espíritu es infinito, sin principio ni fin. Ha tenido incontables vidas pasadas a lo largo de su camino evolutivo, y en este camino y debido a la ignorancia, cometimos acciones perjudiciales, aunque gracias a su naturaleza bondadosa y amorosa, también hicimos acciones positivas. Toda esta acumulación de acciones es lo que se conoce como karma.


Hablo de las vidas pasadas y del karma en otras publicaciones, pero es necesario entender esto para poder empoderarnos y quitarnos la idea de que somos víctimas. Aquí nadie es víctima de nada ni de nadie: en esta vida tenemos la libertad de convertir hasta la situación más retadora en un trampolín hacia la evolución espiritual. Por eso los grandes seres iluminados o maestros ascendidos, como Buda Shakyamuni y Jesus el Cristo, hablaron de lo importante que es no desperdiciar este vida humana. Al tener una libertad absoluta sobre nuestro cuerpo y nuestra mente, algo que no tienen los animales –por ejemplo–, tenemos la oportunidad de dar el paso evolutivo que terminará definitivamente con nuestro sufrimiento.


¿Por qué sufrimos?


Y la razón por la que sufrimos también se explica y se entiende en el camino espiritual: debido a que aún tenemos progreso espiritual por hacer, hemos renacido en el samsara. Se le conoce como samsara o la rueda de la vida a la serie de renacimientos cíclicos que todo espíritu debe experimentar para así perfeccionarse. Lo explico a detalle en otra publicación, pero en resumen, como aún tenemos karma negativo de las acciones perjudiciales que cometimos en el pasado (tanto en esta vida como en las anteriores), entonces debemos reencarnar y saldar nuestras cuentas pendientes. Jesús dijo que incluso los pelos de nuestra cabeza están contados: con esto hacía referencia a que todas nuestras acciones tienen un efecto que tarde o temprano experimentaremos. Estamos aquí para purificar estas acciones.


Lo cual nos lleva al siguiente punto acerca del camino espiritual, en mi opinión el más importante: hace que le demos un significado a nuestra vida. Desde tiempo sin principio la humanidad se ha preguntado cuál es el propósito de la vida. Y la espiritualidad tiene la respuesta: alcanzar la iluminación. A lo largo de la historia, incontables seres han alcanzado este estado de perfección espiritual, en donde han purificado todo su karma negativo y han evolucionado su espíritu al máximo de lo humanamente posible. Al lograr esto, dejan de ser seres ordinarios, y desarrollan la habilidad de lograr lo que históricamente se ha denominado como un milagro.


Cuando investigamos acerca del camino espiritual, se vuelve evidente que este camino es el siguiente paso evolutivo en la humanidad. A pesar de que ahora tenemos más tecnología y avances científicos que nunca, es obvio que no somos más felices de lo que éramos hace cientos –o miles– de años. Tenemos más comodidades y facilidades, pero nuestra comprensión de nuestro verdadero potencial aún sigue muy poco desarrollada. Podemos tenerlo todo física y materialmente, pero si carecemos de desarrollo espiritual, no lograremos entender por qué nos pasa lo que nos pasa –ley del karma–, por qué independientemente de nuestras posesiones y nuestro poder, es inevitable el sufrimiento –estar atrapados en el samsara– y sobre todo: por qué por más logros externos que tengamos, no logramos encontrar la felicidad profunda y permanente que toda persona está buscando.


Las respuestas a todas estas preguntas –y más– las encontramos en el camino espiritual. Nunca es tarde para comenzarlo: en el momento en el que decidimos dejar atrás la idea de que estamos sujetos a los caprichos del destino, y nos responsabilizamos por nuestra evolución espiritual nuestra vida cambia por completo. Ahora es el momento perfecto para comenzar a recorrer este camino, que desde el primer día nos da algo sumamente valioso que nada nos había dado antes y que nada más puede darnos: la capacidad de crear dentro nuestro el paraíso que muchas personas buscamos y no logramos encontrar en el exterior.

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