Si estás leyendo esto, asumo que es porque ya leíste la primer parte. De no ser así, te pido/recomiendo que la leas antes, ya que es necesario entender algunos puntos explicados ahí para entender bien lo que se hablará aquí. Nuestros pensamientos crean nuestra realidad. Esta idea es una que cada vez está ganando más fuerza. Las frases como “somos lo que pensamos” son completamente ciertas. Y aunque más y más personas se den cuenta de esto, hasta hace poco tiempo, no había tanta investigación en ese campo como para ofrecer un marco teórico. Afortunadamente, los avances en la investigación de la mente y su relación e impacto en la vida de las personas nos permiten entender cada vez más el poder que los pensamientos tienen sobre nuestra realidad.
Vamos a empezar por lo más básico: los pensamientos. Los pensamientos, ya sea en formas de palabras o de imágenes, generan un impacto directo y profundo en nuestro cuerpo. En la publicación acerca de cómo funciona la mente menciono que el segundo hecho más importante de la mente es justamente eso: somos seres sugestionables y lo que sea que pensemos nos va a afectar físicamente. Si imaginamos alguna situación estresante, como llegar tarde a una cita o no tener tiempo suficiente para realizar un proyecto, todo nuestro cuerpo se tensa. Nuestro cerebro empieza a producir cortisol sin importar si el escenario es real o no. El simple hecho de pensarlo, lo vuelve una realidad en nuestro mundo interno. Pero, ¿por qué pasa esto?
Dejando de lado la teoría de la producción de químicos cerebrales, vamos a hablar sobre el cerebro como un órgano eléctrico. Cada pensamiento que tenemos, viene acompañado de sus respectivos impulsos eléctricos, los cuales incluso se pueden medir. Y como mencioné en la publicación pasada de esta serie, todo nuestro cuerpo está conformado por muchos cientos de miles de millones de átomos. Una propiedad de los átomos, es que su estructura física y química puede cambiar por medio de impulsos eléctricos. Nuestro sistema nervioso, el cual es el sistema más primitivo (y por ende el más desarrollado) del cuerpo, se encarga de que llevar todos los impulsos eléctricos emitidos por nuestro cerebro a todo nuestro cuerpo.
De estos simples hechos, podemos concluir que nuestros pensamientos alteran completamente la estructura de TODOS nuestros átomos, y con ello la de todo nuestro cuerpo. Y esto lo podemos comprobar con lo que ya expliqué: si nos sugestionamos con un escenario, todo el cuerpo responde. Ahora imaginemos algo positivo: imagina que en este momento te llaman para decirte que te ganaste la lotería (en un mundo donde esa llamada no sería un intento de fraude o extorsión). Si dedicas unos segundos a darle forma a este pensamiento, los impulsos eléctricos del cerebro empiezan a generar un cambio en tu cuerpo. Empiezas a sentirte emocionado, con una sensación intensa en el estómago, muy probablemente sonrías. En este momento, tu estructura atómica es diferente a como era hace unos minutos.
La mente y su poder
Como expliqué en la publicación pasada, esto que sientes es una frecuencia elevada. Tus pensamientos acaban de cambiar la frecuencia de tu cuerpo. Pero antes de contrastar este tema con la Ley de la Atracción, hay que entender qué pasa con los pensamientos subconscientes. En la publicación de Mente Consciente y Mente Subconsciente hablo acerca de cómo la mente subconsciente trabaja precisamente con la Ley de la Atracción. Esta mente es el 90% de todo nuestro poder mental, así que no importa cuánto ocupes a tu mente consciente para tener pensamientos positivos para elevar tu frecuencia (como acabamos de hacer), si hay alguna creencia negativa en el subconsciente, probablemente estés saboteándote y atrayendo a tu vida algo que en realidad no quieres.
La mente consciente no tiene capacidad de hacerle frente a la mente subconsciente, por lo que es de suma importancia trabajar en la reprogramación del subconsciente para cambiar las creencias negativas que pudiéramos tener ahí. Todo el tiempo, todo nuestro cuerpo va a estar sujeto a lo que tengamos en nuestra mente subconsciente. A menos, que desarrollemos la práctica de vivir en el momento presente, de estar todo nuestro tiempo despiertos, operando desde la mente consciente, lo cual es un verdadero reto y para lo que más adelanté haré una serie de videos. Por ahora debe quedar esto muy claro: si nuestra mente subconsciente no está de acuerdo con lo que estamos pensando y afirmando conscientemente, vamos a seguir atrayendo solo lo que esté en el subconsciente.
Ahora, ya sabemos que nuestros pensamientos van a cambiar completamente nuestra estructura atómica. Como explico en el video de la frecuencia, la manera en la que estén vibrando nuestros átomos, va a determinar nuestra frecuencia. Luego entonces, nuestros átomos van a vibrar de una manera que vaya de acuerdo con las creencias del subconsciente, lo cual va a ser la frecuencia que emitamos, y se va a volver en las cosas que atraigamos a nuestra vida. Usualmente se ejemplifica con el dinero: si alguien tiene creencias como “el dinero es malo, el dinero es difícil de conseguir”, entonces esa persona va a estar vibrando en la frecuencia “el dinero es difícil de conseguir, no puedo conseguir dinero” y eso atrae.
Por eso es de mucha importancia estar continuamente escarbando en el subconsciente e identificando y cambiando creencias que pudieron haber sido programadas en nosotros de pequeños, y que nos pueden estar haciendo daño. En este momento, ya somos conscientes de que nuestra mente subconsciente transforma nuestra estructura atómica sin que nosotros nos demos cuenta. Todas las creencias que estén ahí van a ser el impulso eléctrico que nuestro cerebro va a estar mandándole a nuestro cuerpo = la forma que tomen nuestros átomos = la frecuencia que emitimos = las cosas que atraemos.
La energía de los pensamientos
Esto funciona así: todos los pensamientos, ya sean conscientes o subconscientes, son energía; tienen una carga. Todo el tiempo, nosotros estamos emitiendo esta energía, la cual empieza a “cargar”, por así decirlo, nuestro campo energético (el cuál está relacionado con nuestra frecuencia y nuestro nivel de conciencia, pero en el siguiente video lo explicaré a detalle). Entonces, conforme nosotros estamos dándole vueltas a un pensamiento, éste empieza a cargarse de energía. Mientras más energía tenga, va a atraer más energía universal que esté en la misma carga o vibre en la misma sintonía. Entonces, estos pensamientos empiezan a generar momento, y llega un punto en el que la energía es tanta, que se manifiesta físicamente.
Un solo pensamiento por sí mismo no tiene la energía suficiente para lograr un impacto significativo. Pero conforme nosotros sigamos pensando lo mismo, haciendo afirmaciones y visualizaciones, empieza a ganar poder. Después, si logramos programar ese pensamiento en el subconsciente, se vuelve aún más poderoso. Finalmente, si somos pacientes y no perdemos el enfoque, vamos a estar dándole a este pensamiento energía todo el tiempo, y eventualmente habrá generado tanto momento que tendrá que manifestarse. Aunque debo agregar: el proceso creativo requiere claridad acerca de lo que queremos y que estemos dispuestos a actuar para conseguirlo. Trataré este punto en la última publicación.
Para quienes estén interesados en el tema, recomiendo mucho el libro: La Biología de la Creencia, del Dr. Bruce H. Lipton. Al principio el libro me aburrió un poquito, ya que el autor es un biólogo, y todo el primer capítulo lo enfoca completamente a la biología. Pero más adelante, explica cómo todos nuestros pensamientos y creencias crean un “hábitat” en nuestro cuerpo, afectando todos y cada uno de sus componentes. No lo enfoca a la Ley de la Atracción, pero deja muy en claro la importancia y el poder de nuestros pensamientos.
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